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Estados Unidos realiza negocios multimillonarios al exportar enormes cantidades de armas y municiones a México. Dicho armamento no va destinado sólo a los almacenes del Ejército y de la Marina, sino que también es adquirido por el hampa para llevar a cabo los objetivos criminales por todos conocidos. En este orden de ideas, ¿no convendría que el presidente Obama decretara un embargo de armas a México de tal manera que las aduanas estadounidense, en territorio obviamente estadounidense, impidieran la exportación de pertrechos a nuestro país? Ni barcos ni aviones ni automóviles ni tractocamiones podrían transportar armamento dirigido a territorio nacional.
Si el contenido de la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense establece que “el derecho del pueblo a tener y portar armas no será vulnerado”, el presidente Obama bien podría respetar dicha enmienda y decretar un embargo de armas a México con excepción de las que pudiera adquirir el Ejército, la Marina y la Policía Federal mexicanas, tal y como ya ha acontecido varias veces a lo largo de nuestra historia, de la misma forma en que acaba de suceder recientemente en el caso de Venezuela. ¿Que podría darse el contrabando? Sí, pero también se impondrían multas y penas corporales para quienes atentaran en contra de la prohibición.
El 14 de marzo de 1912 el presidente William H. Taft decretó el embargo del armamento, sólo aplicable a ciertos rebeldes, para apoyar al gobierno de Madero. Wilson decretó en 1913 otro embargo de armas, ésta vez a los constitucionalistas y el 27 de agosto prohibió la exportación de armamento de Estados Unidos a Victoriano Huerta, al mismo tiempo que sugería a “los jefes de Estado de Europa, Japón y Sudamérica que siguieran el ejemplo de Estados Unidos”. Cuando Wilson oficializó el embargo en agosto de 1916 presionó, por ejemplo, a El Salvador para que no “permitiera el embarque de miles de cartuchos para México”, según informes proporcionados por el servicio secreto.
Los presidentes Madison, Taft, Wilson y Coolidge, entre otros más y por diversas razones, prohibieron la venta de armas y municiones o levantaron embargos a favor de un grupo o de otro por así convenir a sus intereses políticos hemisféricos. ¿Por qué nuestra diplomacia no intenta revivir la historia y logra un embargo como el trabado en contra de Venezuela? No olvidemos que, cuando le convino a EU, Wilson le vendió “puras balas de palo recubiertas con plomo” a Pancho Villa, porque ya se había inclinado por Carranza...
La diplomacia mexicana debería tratar de convencer a la presidente Clinton (I hope so…) respecto de las ventajas de ejecutar un nuevo embargo de armas a México que de alguna manera ayudaría a disminuir la violencia en nuestro país en el porcentaje que se desee, bajaría el consumo doméstico y, por otro lado, al desarmar gradualmente al hampa en beneficio de nuestro Ejército y Marina, bien podría también reducirse la exportación de narcóticos a Estados Unidos. ¿Qué la idea es imperfecta y reviste dificultades? ¿Qué es perfecto…? La historia siempre nos aporta soluciones y experiencias aprovechables que, adecuadas a nuestros tiempos, bien podrían significar remedios sorprendentes. ¿Por qué entonces no echar mano de ella para tratar de resolver la problemática moderna?
fmartinmoreno@yahoo.com