Hace casi tres décadas que se puso en marcha el programa Hoy No Circula, con el objetivo de reducir la contaminación ambiental. En su momento, esta medida resultó bastante efectiva para cumplir con ese cometido; hoy, no sólo es insuficiente, sino que además ha sido rebasada.

Las condiciones en las que se implementó este programa distan mucho de lo que actualmente se vive en la Ciudad de México, sobre todo en lo referente al parque vehicular, que se estima en 5.5 millones de automóviles.

Y aunque efectivamente estos millones de vehículos son considerados una fuente de contaminación ambiental en el Valle de México y sus zonas conurbadas, hay otros factores que contribuyen a que la calidad del aire no sólo no sea buena, sino que además represente un grave problema de salud para la población y en mayor medida para los sectores más vulnerables.

Entre ellos, la falta de una renovación de todo el transporte público, obras inconclusas o mal planeadas, la actividad industrial y las gasolineras que no operan con un sistema de recuperación de vapores; eso por un lado, pero hay otros, como el ambulantaje, los bloqueos, las manifestaciones y protestas, que aceleran los altos niveles de contaminación.

Todos estos factores han propiciado, de una u otra manera, que los habitantes de la Ciudad de México y sus alrededores enfrentemos una situación de emergencia ante los altos índices de contaminación, lo que ha orillado a las autoridades a endurecer, en primera instancia, el programa Hoy No Circula.

Conscientes de lo que estamos padeciendo, respetamos la decisión de las autoridades para atacar el problema, sobre todo si se antepone la salud de los habitantes; no obstante, el endurecimiento de las medidas podría contribuir a mitigar el problema, pero no a resolverlo de fondo. Además, implicará serios costos para el comercio, los servicios y el turismo.

Sin ser alarmistas, existe el riesgo de presentarse una situación de desabasto de productos, con mayor énfasis en los perecederos, ante lo cual el empresario del pequeño comercio tendrá que actuar y asumir los costos contratando los servicios de transportación de mercancía cuando sus unidades no circulen.

Esto puede derivar en el retraso o incumplimiento en el pago de salarios del personal. Aunado a ello, el empresario y el trabajador van a padecer por las formas y tiempos de traslado a sus negocios o fuentes de trabajo; de tal forma que ambas situaciones abren la posibilidad de comenzar a reducir jornadas laborales o, en caso extremo, prescindir de servicios, engrosando así las cifras del desempleo.

En el sector turismo se corre el riesgo de una situación similar, en la que las agencias tendrán que modificar e incluso cancelar visitas a la capital del país, en cumplimiento a las disposiciones del programa vehicular.

Tenemos ante sí una afectación económica incalculable, dado que por primera vez una contingencia ambiental frena drásticamente la vida y movilidad de sus habitantes.

Más que echar culpas, es momento de actuar y de cerrar filas para revertir esta problemática. Gobierno, sociedad, iniciativa privada, organizaciones y demás sectores involucrados tenemos que trabajar de manera conjunta en políticas públicas dirigidas al cuidado del medio ambiente y la movilidad en la megalópolis.

El comercio, los servicios y el turismo consideramos necesario crear mesas de trabajo para atender la emergencia y tomar las mejores decisiones en beneficio de los ciudadanos mediante un plan integral de movilidad.

Estamos convencidos de que se requiere un análisis y valoración profunda de la viabilidad e implementación del programa Hoy No Circula en las condiciones actuales de la Ciudad de México y sus zonas conurbadas, así como la operación de los verificentros, donde permea la corrupción, para garantizar la salud de los ciudadanos y no afectar la actividad económica en la capital del país.

Presidente de la Confederación de Cámara Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo

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