El apellido inglés “Holmes” convoca en la mente de las muchedumbres a un personaje de la cultura popular cuyo origen está en los libros de entretenimiento: el detective de la calle Baker, implacable razonador y cocainómano empedernido. Del investigador Sherlock Holmes no hay casi nada que decir: todo mundo lo conoce, y aun quienes no han leído las novelas que protagoniza, o visto las películas en las que es estrella, o las modernas series de televisión donde aparece, saben de quién se trata y hasta pueden decir un par de gansadas acerca de él, de su conducta, de sus talentos, y hacer bromas o tener ocurrencias con esos temas.
Ignoro si el nombre “Sherlock” es común en los países de lengua inglesa; sé con certeza que el nombre “Richard” sí lo es. Sherlock Holmes solamente hay uno y no existe; individuos llamados Richard Holmes hay por lo menos dos, plenamente existentes, y son autores de libros: el segundo Richard Holmes escribe sobre asuntos bélicos; el primero, que es el que interesa aquí, es historiador de un tema literario apasionante: los poetas y escritores románticos del siglo XIX europeo. Es además, como derivación de su amplio conocimiento de la época, las obras y sobre todo los personajes, consumado biógrafo. Yo lo acabo de descubrir gracias a un regalo fraternal: su libro Huellas, subtitulado, precisa e informativamente “Tras las huellas de los románticos”.
El libro de Richard Holmes consta de cuatro capítulos, que son en verdad cuatro ensayos espléndidos en los que los géneros se cruzan, se interpenetran y se contaminan gozosamente: son crónica de viajes, crítica literaria, confesión autobiográfica, sociología histórica, análisis de textos, esbozos de semblanzas.
No había leído algo tan bueno en mucho tiempo. Desde luego, el gran biógrafo, mitólogo y crítico Pietro Citati es uno de mis autores favoritos, y podría decir que no vale la pena, por ninguno de los dos, compararlo con Richard Holmes, cosa que definitivamente no voy a hacer. Cada uno de los dos tiene su lugar y lo ocupa con gallardía, con generosidad. Holmes pasará seguramente a ser uno de esos autores que uno (yo, en este modesto caso) irá siguiendo a lo largo de los años; la diferencia con Pietro Citati depende de mí: de éste he leído varios libros y de Holmes nada más uno.
Los temas de los cuatro capítulos o secciones de Huellas son los siguientes: los viajes de R. L. Stevenson por la Francia profunda; las peripecias de Mary Wollstonecraft en la Revolución Francesa; el rastro que dejó el poeta P. B. Shelley durante sus años en Italia; el destino trágico del poeta Gérard de Nerval, cuyo más célebre poema lleva un título en español: “El Desdichado”. Son cuatro aventuras vitales y literarias, filosóficas y políticas, visionarias y sexuales, de un enorme interés, puesto de resalto gracias a las virtudes y habilidades estrictamente literarias de Holmes.
El libro lo publicó Turner en 2011.