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La confianza que el mundo deposita en las operaciones de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz se refleja en el notable crecimiento que estas han tenido en los últimos años, no sólo en tamaño sino también en complejidad. Hace 15 años, las Naciones Unidas tenían menos de 40 mil efectivos militares y de policía. En la actualidad, más de 105 mil efectivos uniformados de 124 países que aportan contingentes y fuerzas de policía prestan servicio bajo la bandera azul, junto con 18 mil funcionarios civiles y voluntarios de las Naciones Unidas, tanto a nivel internacional como nacional. Encarnan la solidaridad mundial en su máxima expresión, prestando servicio con valentía en entornos peligrosos para proteger a algunas de las personas más vulnerables del mundo.
Durante el último año, los “cascos azules” desplegados en 16 operaciones de mantenimiento de la paz en todo el mundo han salvado innumerables vidas, fomentado la paz e insuflado esperanza. En Sudán del Sur, más de 200 mil civiles que temían por su vida buscaron refugio en las bases de las Naciones Unidas. En la República Centroafricana, el personal de paz apoyó con éxito las históricas elecciones presidenciales y legislativas que han encauzado a ese país, aquejado de graves problemas, hacia la paz y la estabilidad. El personal de paz se ha enfrentado a grupos armados en la región oriental de la República Democrática del Congo y ha promovido el desarme de los excombatientes. En Mali, las fuerzas de paz han sufrido graves pérdidas que no las han disuadido de ejecutar su mandato. En Haití, la policía y los expertos civiles de las Naciones Unidas han ayudado a mitigar la violencia causada por las pandillas. Cuando el ébola atemorizó al mundo, el personal de paz en Liberia veló por la seguridad mientras expertos internacionales contenían la propagación del virus.
En muchos países, el personal de lucha antiminas de las Naciones Unidas ha transformado zonas peligrosas con minas terrestres y restos explosivos de guerra, como municiones en racimo, en lugares aptos para escuelas, hospitales y granjas.
Lamentablemente, a medida que han aumentado el tamaño, la complejidad y los logros de las operaciones de mantenimiento de la paz, también se han incrementado los riesgos que enfrentan. Antes del milenio, unas tres docenas de efectivos de mantenimiento de la paz perdían la vida cada año; en la actualidad, mueren 120 en promedio.
El año pasado, el número de caídos ascendió a 128. Los miembros de esas fuerzas de paz procedían de 49 países y eran efectivos militares y de policía, funcionarios públicos internacionales, voluntarios de las Naciones Unidas y personal nacional. Sus orígenes eran muy variados pero todos compartían el heroísmo y la convicción de que el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas es y debe seguir siendo una fuerza mundial al servicio del bien.
Por ello resulta fundamental poner fin a los preocupantes casos de explotación y abusos sexuales protagonizados por miembros de las fuerzas internacionales desplegadas en zonas problemáticas. He insistido incesantemente en la necesidad de centrar la atención en las víctimas y me ocupo activamente de este grave problema en todas las oportunidades posibles, al tiempo que exhorto a los Estados miembros, que son los únicos que tienen la facultad de imponer disciplina a sus fuerzas, a que velen por que esos actos tengan severas consecuencias que proporcionen justicia y reparación plenas a las comunidades afectadas.
El año pasado establecí un Grupo Independiente de Alto Nivel encargado de examinar maneras de fortalecer las operaciones de paz de las Naciones Unidas a fin de que respondan mejor a los problemas actuales y futuros. Estamos ajustando las operaciones de paz para que actúen con más rapidez, mayor capacidad de respuesta y más responsabilidad con los países y, más importante aún, con las personas a quienes tenemos el compromiso de servir.
En este Día Internacional del Personal de Paz de las Naciones Unidas, rendimos homenaje a nuestros héroes: al más de un millón de hombres y mujeres que han prestado servicio bajo la bandera de las Naciones Unidas con orgullo, distinción y valor desde el primer despliegue en 1948. Rendimos también nuestro más alto tributo a los más de 3 mil 400 miembros del personal de paz que en este tiempo han perdido la vida en servicio activo.
Siempre estaremos en deuda con ellos. Hoy nos comprometemos a aprovechar plenamente el potencial de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas para marcar el comienzo de un futuro mejor.
Secretario general de la Organización de las Naciones Unidas