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Con gusto podemos decir que ha habido avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres. México cuenta con leyes y programas que promueven la equidad de género y se han creado instituciones responsables de proteger los derechos humanos de toda la población. Sin embargo, no es suficiente. A pesar de estos avances, las mujeres siguen enfrentando situaciones de discriminación, violencia y desigualdad de forma cotidiana.
Todavía queda mucho por hacer en los diferentes ámbitos de la vida pública y privada, pero hoy quiero abordar un tema que debe ocupar un lugar prioritario en la agenda: el empoderamiento económico de las mujeres. Este es un elemento importantísimo para el desarrollo social, económico y ambiental de nuestro país.
El empoderamiento económico de la mujer disminuye la pobreza y mejora la calidad de vida de todos los integrantes de una comunidad. El ingreso de la mujer aumenta la capacidad de consumo de las familias y apoya a la seguridad financiera del hogar al amortiguar los efectos de posibles caídas salariales. Contribuir al ingreso familiar permite que las mujeres tengan mayor incidencia en las grandes decisiones del hogar. También potencializa el papel de las mujeres como agentes de cambio social, ya que ellas destinan una mayor parte de sus ingresos a la educación, nutrición y salud de sus hijos, impulsando el desarrollo social y fomentando el bienestar de sus familias. De igual manera, contribuye en la solución de otros problemas que enfrentan las mujeres como la violencia doméstica.
En los últimos años, las mujeres se han involucrado de manera más activa en actividades económicas. A pesar de esta tendencia, todavía hay muchas mujeres que dependen económicamente de alguien más; existe una marcada brecha de género salarial; trabajan en condiciones vulnerables; no cuentan con apoyo para cumplir con las responsabilidades domésticas; son víctimas de prejuicios machistas y violencia económica; se enfrentan con barreras para acceder al sistema financiero; se ven obligadas a participar en el mercado informal; y enfrentan segregación en algunas áreas profesionales.
Para avanzar hacia una sociedad en la que las mujeres y los hombres cooperen y trabajen juntos en un contexto de igualdad de oportunidades, el empoderamiento económico es una pieza clave. Todos podemos hacer algo desde nuestra trinchera, pero hoy voy a sugerir tres áreas de oportunidad en la cuáles vale la pena enfocarse para lograr cambios significativos en el 2017.
Primero, impulsar el emprendimiento femenino como una fuerza potencial de crecimiento económico y una oportunidad para alcanzar la independencia financiera. Segundo, fomentar la inclusión financiera y el acceso a crédito para las mujeres. De esta manera, se abren puertas y se eliminan barreras. Tercero, incluir en las empresas prácticas corporativas que fomenten el desarrollo de las mujeres, una repartición más justa de las tareas del hogar y un balance entre la vida profesional y personal.
Definitivamente, la creciente participación femenina en la fuerza laboral debe ir acompañada de un cambio de paradigma cultural y de acciones concretas con perspectiva de género que fomenten la igualdad de oportunidades. Hay suficientes incentivos para que en el 2017 no subestimemos la importancia del empoderamiento económico de la mujer y pongamos manos a la obra para impulsarlo.
Fundadora de la Fundación Angélica Fuentes