Con el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EU, inmediatamente una de las preocupaciones que nos surge es ¿qué pasará con nuestros connacionales que están dentro del mercado laboral estadounidense? Para fomentar el debate, inicio dando una descripción de cuál es la condición actual, para después ver por dónde vendrían los cambios de un régimen democrático que ha golpeado a la clase trabajadora, a uno republicano de extrema derecha.

En primer lugar, es muy importante señalar que más de 90% de la migración México–Estados Unidos es propiamente una migración laboral, útil a la economía estadounidense porque los mexicanos que laboran allá, sean calificados o no, tengan o no permiso, reciben menor salario que los trabajadores nativos, lo cual es un ahorro de costos para las empresas que los contratan.

Un problema demográfico que tiene la sociedad estadounidense es el envejecimiento de su población, es por ello que diversas empresas demandan fuerza de trabajo juvenil inmigrante, según datos del Pew Hispanic Center la edad media de la población de Estados Unidos es de 37 años, mientras que la de los mexicanos que residen allá es de 26.

En una investigación de campo que tuve la oportunidad de realizar en la ciudad de Los Ángeles, California, puede entrevistar a jóvenes de entre 15 y 29 años que viven de manera indocumentada, y que tienen la oportunidad de estar estudiando en la Universidad Estatal de California, y también pude platicar con jóvenes dedicados a la pizca de fresa.

Debo decir que sus condiciones laborales son de una gran explotación, todos tienen por lo menos dos trabajos, o incluso tres, algunos deben laborar de noche, todos deben obtener alguna beca para poder estudiar, pues su salario es complementario para el ingreso familiar. Todos en algún momento tuvieron robo de salario por los periodos de prueba, no tienen seguridad social, tienen trabajos de alto riesgo en cocinas, bodegas, etc.

En la pisca de fresa es aún peor, les pagan menos que en la ciudad, las condiciones de trabajo son más pesadas, están agachados todo el día, a la intemperie, sus jornadas laborales son en promedio de 10 horas, se incorporan a trabajar desde los 12 o 13 años, y tampoco tienen seguridad social. Complementariamente, ha sido una fuerza de trabajo muy castigada que se obliga a las tinieblas, a vivir con miedo a la deportación. El presidente Obama es quien más ha deportado en la historia, durante su mandato deportó a 2.8 millones de trabajadores.

Los programas DACA y DAPA, si bien son importantes porque dan amnistía a jóvenes y a padres de ciudadanos estadounidenses, así como permisos de trabajo, no se les brinda seguridad social, es decir, esos programas no garantizan derechos laborales, además de que la amnistía es por solo tres años.

Hillary Clinton, desde mi perspectiva, maneja un doble discurso, pues seguir con la política de Obama es seguir dando amnistía para algunos trabajadores, por un tiempo, y por otro lado, seguir con las deportaciones.

Finalmente, ¿cuál es el cambio con lo que propone Trump? El aumento de la violencia contra los trabajadores. El discurso de odio y xenofobia contra los mexicanos va encaminado a negarles cualquier derecho laboral, pero ahora es una política clara, lo cual abre la oportunidad para que los luchadores pro inmigrantes vuelvan a las calles a exigir sus derechos como clase trabajadora.

Profesora de la Facultad de Economía,

integrante del CACEPS – UNAM.
caceps@ gmail.com

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