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A fines de este mes, estaremos revisando, como cada año, las dolorosas cifras de nuestros jóvenes que aspiran a un lugar en la educación media superior y superior y que probablemente no lo obtendrán.
La crisis mundial desatada en 2007 dejó ver que uno de los grupos sociales más afectados y más vulnerables son los jóvenes, según datos de la OIT, entre 2012 y 2014 se observaron tasas de desempleo juvenil del 13%. La edición 2013 del Informe Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil (OIT) estableció la premisa “no es fácil ser joven en el mercado de trabajo actual”.
Por otro lado, los jóvenes que logran incorporarse al mercado laboral son más susceptibles a trabajar más horas, en empleos informales e inseguros, caracterizados por bajos salarios y sin contar con las prestaciones de ley. En contraparte, son los trabajadores más vigorosos, los que físicamente tienen la posibilidad de soportar jornadas extenuantes, pueden trabajar sin asistir al médico y pueden adaptarse a diversas tareas, lo que los hace atractivos en los empleos donde buscan trabajadores flexibles. Esta combinación, por un lado, ser fuerza de trabajo vulnerable y, por otro, altamente productiva, los vuelve muy atractivos en los mercados laborales. Ante este panorama, la educación es estratégica para los jóvenes, sin embargo, ¿cómo pinta el futuro educativo de los jóvenes en México?
El Inegi informó que 11 millones de mexicanos tenían entre 15 y 19 años en el 2010, edad en la que forman parte de la población que se encuentra estudiando la educación media superior y superior, sin embargo, según datos de la misma institución, sólo el 51.2% de ellos asistía a la escuela. Por otro lado, 9.8 millones tenían entre 20 y 24 años, de los cuales sólo 22% asistía a una institución educativa. Para la población entre 25 y 29 años, sólo el 6.1% de 8.7 millones lo hacía.
Actualmente, 100 mil 864 jóvenes de todo el país buscan un lugar en el IPN, lo que representa un aumento del 14.19% respecto del año pasado. En el 2015 eran más de 88 mil aspirantes y sólo aceptaron a 23 mil 349, es decir, sólo el 26% de ellos. Con respecto a la UNAM, en 2015 solicitaron su incorporación 60 mil 254 jóvenes, sin embargo, se rechazaron a más de 53 mil 361, lo que representa el 89% de los aspirantes que buscaban un lugar en alguna de las 113 licenciaturas que ofrece dicha institución. Estamos hablando que casi el 90% de los jóvenes que solicitan un lugar en dos de las universidades públicas más reconocidas del país y de América Latina son rechazados, negándoles la posibilidad de recibir una formación profesional y condenándolos a situaciones riesgosas.
Una de ellas es la migración a Estados Unidos, según datos de Conapo (2010), el 40% del flujo de mexicanos que se incorporan al mercado laboral estadounidense tienen entre 15 y 24 años, si bien la falta de educación en México no es lo que detona su migración, si son un sector de la población al cual no se le están generando condiciones reales de desarrollo, por lo tanto quedan al servicio de los mercados laborales de los países desarrollados que demandan fuerza de trabajo vulnerable y productiva.
Un programa social que ha impulsado el jefe de gobierno de la CDMX, llamado “Educación por ti” que se puso en marcha desde agosto de 2015 (EL UNIVERSAL, 09/02/2016) tendrá este año 100 millones de pesos, que si bien por medio de dicho programa se incorpora a jóvenes al nivel medio superior y superior, tanto a universidades públicas como privadas, éstas últimas están recibiendo fondos públicos que se deberían dirigir a ampliar la cobertura de la Educación Pública y Gratuita.
Diversos y velados son los mecanismos para la privatización de la educación. Si en verdad el Estado está interesado en defender la educación pública, como dice, y mejorar su calidad, el acceso de los jóvenes a la educación superior es aún una materia pendiente.
Profesora de la Facultad de Economía e integrante del CACEPS-UNAM
caceps@gmail.com