¿Qué ocurrió? ¿Por qué convenció el señor Trump y no lo hizo la señora Clinton? ¿Qué sucedió con los ciudadanos estadounidenses? ¿Qué llevó a considerar más a uno y despreciar a la otra? ¿Cómo podemos dividir al electorado que salió a votar y fue determinante para el triunfo del candidato republicano?
Hillary pretendió convencer a los grupos de inmigrantes, afroamericanos y provenientes de otras etnias, razas y religiones. Intentó con su verdad y su fisonomía defender los derechos de las personas, principalmente de las mujeres, acciones que fueron insuficientes para convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos.
Trump, el racista, el acelerado, el grosero, primerizo en el campo político, pero también el denostado por propios y extraños, el individuo del muro y del menosprecio, dueño de un complejo de superioridad inconmensurable que no puede ni quiere disimular. Mayor radicalismo no podría observarse. A él sí lo eligieron, es la persona que una gran mayoría de ciudadanos estadounidenses desean en su gobierno.
Justamente el hombre que insultó y denigró a la mujer es el mismo a quien miles de ellas apuntaron como su preferido. Él, quien resucitó al Ku Klux Klan y se acoge a la National Rifle Association, es ahora el máximo representante de la nación más poderosa del mundo.
No es hacia los candidatos que contendieron donde debe estar nuestro pensamiento. Ellos son como son, profundamente conocidos en su devenir histórico, en sus condiciones familiares, en sus logros y en sus matices de personalidad.
Habrá que analizar al pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica, aquellos que votaron, que eligieron, que decidieron para bien o para mal, el futuro de los Estados Unidos de Norteamérica, del mundo y sin duda, de nuestro país. Qué ocurrió en su mente, en su pensamiento, qué influyó en su toma de decisión, qué les espera en los próximos cuatro u ocho años. Los cuestionamientos alcanzan a todos, no sólo el poder blanco, también hubo afroamericanos, latinos y miembros de otras nacionalidades, que confiaron en él.
¿Fue lo que dijo ella y no se creyó, o lo que señaló él y sí sedujo al electorado? ¿Fue acaso una cuestión de género?, ¿misoginia en el “país más avanzado del mundo”?.
Algunos con la esperanza de resolver frustraciones o mediocridades, otras y otros por la falta de oportunidades para norteamericanos de clase media baja o simplemente por la desigualdad social, marcada durante las dos últimas décadas.
Lo cierto es que, ante situaciones por venir deberían analizarse y reflexionarse estos otros aspectos. La contienda de los Estados Unidos deja varias lecciones: 1) Las encuestas son un mecanismo caduco y poco confiable 2) Las minorías no ganan elecciones 3) El racismo en Estados Unidos está más vigente que nunca 4) El populismo es una fórmula que puede ganar una elección presidencial 5) Hillary Clinton es la peor candidata demócrata en la historia.
Comisionado nacional contra las adicciones