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El 17 de julio, finalmente, el representante comercial de los Estados Unidos (USTR) presentó al Congreso de su país los tan esperados objetivos de negociación para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Este documento resume los objetivos en 22 áreas en las que Estados Unidos (EU) mezcla su intención de modernizar el TLCAN al incluir disciplinas y estándares elevados ya negociados en 19 capítulos del Tratado Transpacífico de Asociación (TPP) con una visión proteccionista y nacionalista al buscar “un comercio recíproco y justo entre las partes.”
Para México y Canadá estos objetivos de negociación presentan serios retos. El primero, que era de esperarse, es el interés de EU de mejorar su balanza comercial y reducir su déficit con Canadá y México que en los primeros cinco meses del año sumó 10 mil millones de dólares (mmd) con el primero y 30.4 mmd con el segundo; ambos representan menos de 13% del déficit de EU con el mundo. Renegociar el TLCAN con el fin de revertir un déficit comercial parte de una premisa equivocada pues para lograrlo EU tendría que cambiar sus niveles de ahorro e inversión o incidir sobre su balance entre ingresos y egresos del sector público, en vez de buscar reformular su agenda comercial. La Ley Smoot Hawley de 1930 que elevó los aranceles de EU para proteger empleos nos recuerda que desarrollar políticas comerciales a partir de diagnósticos equivocados puede tener resultados desastrosos.
Un segundo reto es cómo abordar la modernización del TLCAN a partir de una agenda con temas que tradicionalmente han formado parte de la agenda comercial, pero que se presentan con una perspectiva claramente proteccionista. Por ejemplo, en reglas de origen EU busca proteger a su industria y sus empleos al proponer incluir insumos de EU; en inversión, pide protección congruente con principios y prácticas legales de EU; en propiedad intelectual, intenta reflejar un nivel de protección similar al de su legislación y eliminar el uso de sistemas de protección de indicaciones geográficas que pudieran limitar el acceso de sus productos agrícolas; en defensa comercial, busca endurecer la aplicación de sus leyes para proteger a su industria en tanto que en compras del gobierno, plantea la protección a su mercado de compras a nivel subfederal, por mencionar sólo algunos. Asimismo, integra al texto del TLCAN disposiciones ambientales y laborales que hasta ahora se mantenían en textos paralelos y busca, en materia laboral, que los tres socios cuenten con leyes que regulen “condiciones aceptables de trabajo” con respecto al salario mínimo, entre otros aspectos. En suma, esta agenda antepone la protección del mercado estadounidense a costa de la integración económica en la región.
El tercer gran reto es cómo salvaguardar la integridad del TLCAN y evitar retroceder en la construcción de un régimen regional de instituciones para la integración de Norteamérica. La propuesta de “eliminar el mecanismo de solución de disputas del Capítulo 19” que permite a los privados revisar mediante un panel supranacional de expertos una decisión de la Autoridad Investigadora en materia de cuotas compensatorias por dumping o subsidios es problemático. Con esta medida se podría estar abriendo la puerta a que diversos grupos de interés en los tres países busquen también eliminar otro tipo de disposiciones en el tratado que consideren que no les han resultado favorables.
Un reto adicional está en la posibilidad de que la negociación pudiera prolongarse de tal forma que llegara a coincidir con procesos electorales internos en México en junio de 2018 y posteriormente con las elecciones legislativas de noviembre de 2018 en EU. Ello podría incidir sobre los avances y compromisos de la negociación misma y la eventual aprobación de cualquier acuerdo.
El TLCAN originalmente se concibió como una plataforma para la competitividad de Norteamérica frente al mundo donde los tres países compartían visiones y objetivos. A 23 años de su implementación, Norteamérica ha perdido participación de mercado en el mundo pasando de 19.1% en 1994 a 16.5% en 2016. Modernizar el TLCAN es una necesidad. Sin embargo, los objetivos planteados por EU para actualizar este tratado difícilmente contribuirán a elevar la competitividad de la región. Toca ahora a México y Canadá buscar cómo fortalecer a América del Norte como un bloque económico y contener al máximo las ambiciones proteccionistas de la administración Trump. El reto es mayúsculo.
Directora de LMMConsulting.
Profesora afiliada en la División de Estudios Internacionales del CIDE.
Twitter: @luzmdelamora @lmmconsultingmx