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Las elecciones del 5 de junio, donde se eligieron 12 gubernaturas, 388 diputaciones locales, alcaldías y 60 diputados constituyentes; y que parecía solo importarle a los políticos dio la sorpresa en la cruda electoral. Mostró a la clase política que el proceso interesó a muchos ciudadanos, y no precisamente de forma positiva, sino para emitir votos de castigo, “de alternancia” y hasta ocultos, para dar un vuelco al mapa electoral del país.
Las razones están a la vista; a pesar de la crisis de los partidos políticos, estos siguen apostándole a campañas tediosas y arcaicas. La mayoría de los partidos desoyen las demandas sociales de los mexicanos; siguen enfrascados en prácticas clientelares antidemocráticas, coaccionando y comprando el voto. Incluso sabiendo que el padrón electoral está compuesto por un 30% de jóvenes se siguen presentando planteamientos aburridos y bofos, carentes de propuestas asequibles, donde predomina la guerra sucia y sobresalen las descalificaciones y los escándalos de corrupción e inseguridad en las distintas entidades.
El spotismo en radio y televisión fue superfluo e inoperante, los más 9 millones y medio de spots transmitidos durante el proceso electoral, lejos de incentivar al voto, reavivaron el hartazgo social —seguramente en la democracia ateniense las sátiras políticas que vociferaban los poetas cómicos incitaban más a votar que la propaganda política actual—.
Y la explicación mas dura: en nuestro país más de una tercera parte de los ciudadanos encuestados se muestra indiferente ante la “democracia por distintas razones: 1) Los ciudadanos vivimos una democracia indirecta fallida pues no nos sentimos representados por los políticos. 2) Los compromisos de campaña se quedan en promesas incumplidas, por lo que el ciudadano no ve en el voto un medio para materializar el goce de otros derechos. 3) El costo de las campañas políticas es desorbitado —para esta elección los partidos políticos nacionales y locales recibieron más de 2 mil 233 millones de pesos y los candidatos independientes 27 millones 643 mil pesos—.
Tampoco la autoridad electoral lo hace bien, al dejar pasar las viejas trampas de los partidos. El ejemplo claro estuvo en el proceso electoral pasado, donde evito sancionar al partido Verde y no impuso una sola multa por gasto excesivo en campañas a candidatos de ningún partido.
Pareciera que estos órganos electorales —que resultan mas caros para este país que los partidos políticos— sólo buscan no poner en duda la elección que ellos mismos organizaron. Si el órgano electoral protege los resultados dados, sin ver las posibles irregularidades y ejercicios antidemocráticos, ¿que esperanza podemos tener de órganos electorales imparciales? Pareciera que sólo están salvando el pellejo.
Es mas, hasta el enamoramiento por las candidaturas independientes causó desilusión, ya sea por los bajos perfiles y la inexperiencia de los candidatos o por el pasado partidista de la mayoría de ellos. Confirmamos que más allá de los obstáculos a los que se enfrentaron los independientes, los mexicanos quieren verse representados en “candidatos ciudadanos” no en “representantes” de los empresarios u otros poderes fácticos que hoy se aglutinan alrededor del ineficiente Bronco.
Las cuentas alegres, las actitudes sobradas, los golpes de pecho y las teorías de la conspiración están ya a la orden del día. Un PAN que sigue con el confeti en los hombros y que se dice el ganador de la confianza ciudadana, con un joven líder que esta más feliz por su repunte presidenciable que por el avance democrático de este país. Un PRI que dice haber “escuchado fuerte y claro el mensaje de las urnas”, cuando este grito lo tenían en las calles hace ya varios años; y como si aceptarlo ahora fuese una virtud. Un PRD desdibujado, clamando ser la diferencia para los triunfos del PAN. Morena creciendo en acuerdo con el PRI en estados como Veracruz y el resto de los partidos, desaparecidos.
Y de estas explicaciones llaman la atención sobre todo las teorías de la conspiración. Hay quienes afirman que los propios priístas cercanos al presidente causaron la perdida del PRI para quitar a Manlio Fabio Beltrones del camino de la Presidencia —como si esto no fuese un precio muy alto para todos los priístas—. Otros, entre ellos incluidos algunos perdedores, afirman que sus fracasos en estados como Tamaulipas, Chihuahua, Veracruz, Aguascalientes y Quintana Roo son parte del pago del Pacto por México y las reformas estructurales al PAN. Pero hay quienes, de plano, hacen de esto una novela de realismo mágico y afirman que Enrique Peña Nieto ha entregado ya la Presidencia de la República al PAN y su antesala será el Estado de México.
Yo recomiendo algo; por qué no antes de generar tantas teorías de la conspiración —que no descarto— analizamos el hartazgo social, el cansancio de tanta corrupción, una acción social democrática simultánea, no sólo en contra del PRI, sino de gobiernos que han sido cínicos, de partidos que han sido insuficientes y de un sistema de gobierno que evidentemente no funciona. Todo lo demás es muestra de desdén por los ciudadanos, casi un insulto a nuestra inteligencia, como si nosotros no hubiésemos podido decir ¡basta! por nuestra propia y soberana voluntad.
Maestra en Administración Pública por la Universidad de Harvard.