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Lo de plagiar (o parafrasear) el libro, traducido y editado por mí de mi querido amigo Louis Panabiére no es nuevo...
Ayer le agradecía a un amigo querido el envío de estos lamentables paralelos. ¿Qué qué pienso del episodio relacionado con Juan Antonio Pascual Gay? Creo que él es un pintor de brocha burda. Es posible que haya otros “artistas” incomprendidos que hayan elevado el arte de la simulación hasta extremos que quizá no imaginamos y que se trate de una situación que podríamos llamar endémica; es posible que esos sagaces artistas formen parte de los exclusivos círculos del “cynical chic”…
“Henos aquí, pues, atrafagándonos por leer, por traducir, por escribir, por publicar —a como dé lugar— según la expresión mexicana; aunque no hagamos más que acumular trivialidades o banalidades, muchas veces ni siquiera disimuladas con simulación de originalidad o profundad; o glosas, repeticiones, plagios, igualmente descarados en muchos casos, y en todo caso perfectamente superfluos —acumulación abrumadora en la balumba de la cultura. No basta que seamos órganos de transmisión fiel y escrupulosa (...), tenemos que ser órganos de reproducción sin creación, y de amontonamiento aplastante, de pronta basura cultural...” ya advertía hace 53 años, desde febrero de 1962 José Gaos en Puerto Rico en La vida intelectual (El tapiz por el revés), Obras completas, t. XV, prólogo de Álvaro Matute, coord. de la edición, Antonio Zirión Q., México, 2009, pp. 341-342.
Ha pasado más de medio siglo desde esa advertencia. El tema de la trata de personas me parece paralelo al del tráfico de textos, el secuestro y el plagio no en balde son cantidades judiciales y aun retóricas que riman... Me parece que Guillermo Sheridan ha hecho un saludable y sintomático descubrimiento. Ojalá que todo esto sirviera para que se leyera más a Jorge Cuesta y a Louis Panabiére, a Gaston Bachelard, Gilbert Durand y al ensayista y crítico Guillermo Sheridan.