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En estos días, la colección de libros de fotografía Luz Portátil celebra ya 10 años de actividad editorial ininterrumpida. Esta serie es hoy, sin duda, la más importante de nuestro país, con 30 títulos en su catálogo. El presente esfuerzo sería imposible sin la entrega de Pedro Tzontémoc y Artes de México. El próximo 21 de julio se expone lo mejor de dicha colección en el Museo Archivo de la Fotografía en el Centro Histórico.
Para quien esto escribe es un honor formar parte de esta colección con el libro Ciudad Prohibida, una pieza editorial que reúne lo mejor de mi viaje a China hace poco más de una década. Ese viaje derivó de una invitación de nuestro consejero cultural en aquel entonces en Beijing, el diplomático y escritor Edgardo Bermejo, quien tuvo la generosidad de convocarme a exponer por allá en 2004 y de recibirme en su casa durante un mes.
China es, sin duda, otro planeta, es la combinación más extraña entre la política comunista y la economía occidental capitalista. Un experimento extraño que hoy tiene en aquella nación a una potencia de primer nivel.
Recorrí sus calles de sol a sol en compañía de una estupenda amiga, Samira Tovar quien con su impecable mandarín me llevó a conocer los recovecos insólitos de aquella sociedad asiática. Fue un viaje en el tiempo y un viaje interior muy poderoso.
Bermejo arranca así su texto en nuestro libro: “Al hablar de la experiencia de viajar, hace más de dos mil cuatrocientos años el pensador chino Chuang-Tzu escribió: ‘El placer de viajar reside en la contemplación de la variedad. Algunas gentes viajan y sólo ven lo que tienen delante de los ojos. Cuando yo viajo contemplo el incesante fenómeno del cambio’”. Y es precisamente este concepto el que alimentó mi peregrinar por las calles de Beijing.
Explorar el gigante asiático no es tarea fácil para ojos occidentales; todo raro, confuso y de golpe tendemos a prejuiciar lo que vemos, de ahí la importancia de profundizar y hablar con su gente; un pueblo, por cierto —al menos en aquel entonces—, totalmente abierto a dejarse ver por el otro. Con ansias de aprender y buscar un intercambio cultural de enorme riqueza.
Este trabajo, del que aquí les presento la imagen de portada de nuestro libro, fue capturada en el Templo del Cielo, con mi primer cámara digital, una Nikon D2 H; y fue entonces cuando le perdí el miedo al archivo numérico para dejar atrás la tradicional película de plata. Incluso en aquel viaje regalé a un local mi vieja cámara de negativo porque sabía que nunca más la usaría.
Hacer foto y viajar está en mi ADN, no concibo la existencia sin la adrenalina del viaje y la exploración visual; así ha sido mi vida y seguramente así terminará. Hoy comparto con Pedro Tzontémoc y el resto de autores de dicha colección, la enorme felicidad de celebrar estos 10 años de trabajo editorial. Gracias Pedro por tu entrega y generosidad; la próxima semana les hablaré de Tzontémoc y el talento de mis colegas en dicha colección. Enhorabuena por esta primer década editorial.
@MxUlysses