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La deuda externa privada de México llegó en marzo de 2015 a 110 mil millones de dólares, el 60% en bonos y el 21% es deuda de corto plazo. Como la mayoría de los deudores no exportan y generan sus propios dólares, demandan los subastados por el Banco de México, preocupados por la depreciación del peso.
Tienen razón de preocuparse, pues volvieron a cometer el error de 2007, creer que la fortaleza del peso es permanente. Y, desde 2010, que la baja tasa de interés estadounidense también lo es.
A finales de 2008, grandes grupos privados mexicanos habían imprudentemente acumulado altas deudas en dólares. Hubo cambios sonoros de directores en varias de estas empresas, cuyo patrón de endeudamiento siguió el modelo de las manadas. Se consideraban astutos los directores que tomaban deuda en dólares, pues la tasa de interés estadounidense era mucho menor que en México.
Hoy la historia se repite y la lección es la misma, que endeudarse en una moneda (el dólar), en la que la empresa no genera sus ingresos casi siempre acaba mal.
Esta historia es más dramática hoy que en 2008, pues la tasa de interés de la Reserva Federal ha sido casi cero durante siete años si se incluye 2015. A diferencia de la tasa a fines de 2007, de 4.2%, lo que da idea del endeudamiento en dólares que estimuló. También, porque en la crisis de 2008, cuando los bancos centrales de las economías avanzadas lidiaron exitosamente con el problema de corto plazo de esa crisis (más no con el de largo plazo), surgió el mito de que las economías emergentes serían el nuevo motor del crecimiento mundial. Eso les atrajo mucho capital externo.
El Banco de Pagos Internacionales (BPI) advierte que estas economías, presentan el “riesgo de decepcionar”. Sus monedas se apreciaron por los precios de los productos primarios que exportan y por fuertes entradas de capital externo. El Banco estima que han sobreestimado su potencial de crecimiento no aprovechado, en 2% para Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.
Lo que hace el BPI es ampliar el modelo tradicional de estimación de este potencial, para corregirlo por entradas de capital extranjero y precios de sus productos primarios. En ambos casos, México tendría un potencial de crecimiento mucho menor que el estimado con el método tradicional.
Las entradas de capital fueron a final de cuentas deuda. La deuda externa en bonos de entidades privadas no financieras de las economías emergentes llegó a 3.5% de su producto interno bruto este año. Con las cifras del Banco de México citadas arriba, el porcentaje en México sería de casi 6% del PIB.
Además, el gobierno federal emitió bonos en pesos que fueron adquiridos por extranjeros y que en marzo sumaron 138 mil millones de dólares. Entonces se entienden dos problemas. Uno, el tamaño de la mala asignación de recursos en la economía. Otro, la fuerte corrección que habrá y que por ahora comenzó a reflejarse en la depreciación del peso.
No solo necesitan los dólares quienes los deben en el exterior. Si se decepcionan, los extranjeros que tienen valores denominados en pesos también buscarían salir.
Es claro que los resultados de las empresas endeudadas en dólares (muchas de ellas listadas en la Bolsa Mexicana de Valores) van a ser muy malos todo este año. Aunque algunas hayan tenido buenos resultados por sus operaciones locales, cuando se incluya el efecto cambiario sobre su deuda reportarán pérdidas.
El “arsenal” del Banco de México va a ser insuficiente para evitar una corrección fuerte que tiene todos los fundamentos y que ocurre a nivel global.
Analista económico.
rograo@gmail.com