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Justo cuando las proyecciones oficiales para el próximo año apuntan a una aceleración del crecimiento del producto a 3.1% en 2016 y nominalmente mayor a 6%, en el mundo hay nuevas interrogantes sobre una probable recaída en recesión o, por lo menos, estancamiento.
Por una parte, tanto en la zona euro como en Japón, sus bancos centrales indican la probabilidad de aumentar aún más sus impresiones de dinero, con la que se sostiene el alto precio de los bonos gubernamentales, de los cuales depende la estabilidad de sus bancos. En la zona euro la nueva ronda podría ser anunciada el 3 de diciembre e incluiría la compra de otros valores, aparte de bonos gubernamentales. El mensaje es que su recuperación no está para nada firme.
De hecho la modesta recuperación este año se debe en gran medida a la caída del precio de gasolina. La recuperación de la producción industrial, por su parte, hasta ahora se limita a Alemania y, en segundo lugar, al Reino Unido (que no es miembro del euro). En tercer lugar está Francia, y España en el cuarto. Estos dos últimos siguen, sin embargo, debajo del nivel que tenían a principios de 2010.
En Japón, el crecimiento anual de los dos primeros trimestres del año es cero. Aunque otros indicadores sugieren cierta recuperación, la indicación de su banco central es que aumentará la impresión de dinero.
Las economías emergentes, excepto la India, apuntan al debilitamiento de su actividad y en su gran mayoría a un mayor debilitamiento en 2016. China, la más grande de ellas, se contrajo en el segundo trimestre en 0.2%, si se usa el indicador de precios de su Producto Interno Bruto y no la canasta que utilizó el gobierno al anunciar un incremento.
Las cifras de China cada vez están más cuestionadas, pues los indicadores de uso de electricidad, aumento del crédito y carga de ferrocarril sugieren crecimiento de alrededor de 2% y no de 6%, como en general se supone. China tiene, además, marcada deflación de precios y como es un gran exportador, su influencia en el mundo es deflacionaria.
Un asunto que ha pasado desapercibido es que, medido en dólares, el crecimiento global de 2015 es ya probablemente negativo. Si se toma en cuenta que el Conference Board de Estados Unidos estima un crecimiento de 2.5% y que la mayoría de países tienen deflactores de precios del PIB muy bajos, el crecimiento nominal de su PIB es, por lo tanto, bajo. Como casi todos los países han sufrido depreciación de sus monedas contra el dólar, el producto global en dólares debe estar en terreno negativo.
Esto significa un castigo a precios de casi todas las exportaciones y por lo tanto una fuerza deflacionaria en el comercio mundial. Esa es una de las razones por las que el crecimiento del comercio mundial se ha desplomado. No se trata únicamente de los precios de las materias primas y el petróleo, sino de productos elaborados.
Los países que más dependen de la exportación para crecer son los que mayormente sufren este impacto deflacionario porque compiten contra bajas de precios de otros países proveedores. En México los productores tienen el aumento de costo por la depreciación del peso, pero no pueden aumentar sus precios porque hay demasiada oferta y los ingresos de los consumidores son muy débiles. Esta influencia externa también limita el aumento de ingresos y salarios locales.
Es difícil ver cómo podría haber una aceleración del crecimiento o del ingreso nacional el próximo año. Una razón es que un ambiente deflacionario no es conducente a más inversión y de ahí que el empleo y los ingresos de las familias no pueden sostenerse con aumentos por mucho tiempo. Otra es que la confianza es baja. Aunque por ahora haya aumentos de ventas y de consumo, se ve difícil que las puedan sostener durante todo el año siguiente.
Analista económico.
rograo@gmail.com