Hace menos de un mes el Fondo Monetario Internacional pronosticó que la economía mexicana crecería 2.8 por ciento este año, sin embargo, esta misma semana redujo esa estimación a 2.5 por ciento. Para 2016, el mismo organismo prevé para México un crecimiento prácticamente similar, de 2.6 por ciento.

Las dos principales razones de esa revisión a la baja son la caída de la demanda en Estados Unidos —destino de 80% de las exportaciones mexicanas—, el débil crecimiento de nuestros principales socios comerciales y la caída en la producción petrolera, así como los menores precios del crudo.

¿Qué podemos hacer en México para hacer frente al entorno de lento crecimiento, de menos de 2% en los países desarrollados, con tasas de desempleo que alcanzarán dos dígitos en la Zona Euro?

Antes de buscar posibles respuestas, hay que recordar que la situación se complicará más, por la drástica caída esperada en los ingresos petroleros, que en 2016 alcanzaría más de 300 mil millones de pesos, es decir una baja del 28% en términos reales, en comparación con 2015.

Desde la visión empresarial, hay que atender dos prioridades: estimular el mercado interno para que crezca más la economía y cuidar el déficit fiscal.

Es preocupante la tendencia al alza de la deuda pública, ya que el Saldo Histórico de los Requerimientos del Sector Público pasó de representar el 37.7% del PIB en diciembre de 2012, al 46.9% del PIB en septiembre pasado y que de acuerdo con las proyecciones será cercana al 48% del PIB para finales de 2016. Esa tendencia marca un crecimiento relevante del monto y ritmo para un país de mediano desarrollo como México.

Tendremos el presupuesto más alto de la historia, de 4.7 billones de pesos, y es verdad que se hizo un ejercicio de reingeniería para reducir gasto corriente, sin embargo el rubro más castigado será la inversión pública, que sufrió una reducción de 21% real.

Ello afectará los programas de infraestructura carretera, ferroviaria y en telecomunicaciones, que son multiplicadores del empleo y que son importantes para aumentar nuestra competitividad y coadyuvar a la productividad de las actividades de los mexicanos.

Por ello, es necesario que el gobierno utilice todas las herramientas de política pública a su alcance para contribuir a fortalecer el motor interno de la economía. La mejor manera de hacerlo es crear condiciones favorables para las empresas, en especial las Pymes.

Esta debe ser la hora de la creatividad, de la innovación, de intentar nuevas fórmulas de crecimiento, de apoyar a las empresas y que comiencen a utilizar nuevas tecnologías, maquinaria y proyectos.

No hablamos de medidas proteccionistas, sino de bajar costos operativos, que permitan liberar recursos para canalizarlos a crear más empleos. Por ejemplo, a través de medidas como adelantar la apertura a la libre importación de gasolinas, prevista para 2017, y en consecuencia pueda darse una disminución adicional de los precios, a niveles cercanos a los del mercado internacional.

Además, hacer esfuerzos para proveer más crédito, en especial a las Pymes, seguir avanzando en la simplificación regulatoria y acelerar la conformación y reglas del Sistema Nacional Anticorrupción, de manera que junto con el nuevo marco legal en materia de transparencia, la sociedad tenga la plena garantía de contar con instituciones autónomas, transparentes, con recursos suficientes para su operación, y que brinden certeza jurídica a todos los actores y confianza a los ciudadanos.

Por supuesto, desde el sector empresarial seguiremos trabajando en lo que nos corresponde: ser generadores de oportunidades de empleo y desarrollo para las personas, para los mexicanos. Y juntos, sociedad y gobierno, trabajar por un México más justo y próspero.

Presidente nacional de Coparmex.
@jpcastanon

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