Más Información

Lluvia incrementa 50% el nivel de agua las 210 presas más importantes del país; se fortalece la disponibilidad del agua

Monreal: Sheinbaum no ha caído en la provocación ante presiones de EU; “ha actuado con serenidad", dice

Detienen en Jalisco a sacerdote colombiano acusado de abusar de una adolescente; venía en un vuelo proveniente de Panamá

Mario Delgado admite "error" en declaración sobre departamento de 15 mdp; lo aclaré desde mayo, explica
Los actuales lanzamientos de rock de la mayoría de las disqueras en producto físico (CD) se han vuelto tan previsibles —por la preferencia que le dan al mercado digital (que no es ni por mucho la panacea que algunos creen) en forma de canciones aisladas y no de, por lo menos, aproximaciones a lo que eran conceptos como los Long Plays— que muchos emprendedores se están dando a la tarea de rescatar en discos compactos maravillas olvidadas y lanzarlas como novedades.
En parte, una industria en la que pocos pueden presumir de ser disqueros, se lo merece por olvidar la regla número uno de la supervivencia de las grandes compañías: el catálogo, en aras de promover música volátil, de artistas desechables y “hits” (que ya no hace la radio ni con payola) que no duran ni el azúcar de un chicle.
Por tal razón, los de oídos educados en rock y los que están descubriendo los sonidos del ayer, remasterizados y con el atractivo de bonus tracks, están, lo mismo que gozando con sorpresas inesperadas, que aprendiendo de artistas la historia del ritmo que, muchos dicen, inventó Chuck Berry. Aquí van algunos ejemplos que se pueden adquirir como sabiduría de la iglesia metodista del reverendo Miguel Castañón, en la calle de Balderas.
El primero informalmente hablando de Steely Dan (You go where I go) con la primera asociación de Walter Becker & Donald Fagen. 13 temas en donde ya se vislumbraba el sonido de estos imaginativos compositores y ejecutantes. En esa tesitura está también el álbum 14 de estudio (Everybody’s rockin’) del versátil Neil Young que, para la ocasión, grabó con The Shocking Pinks, rockabilly de impecable factura.
Gran parte de la discografía de la cantante, tecladista, arreglista y saxofonista Carla Bley (nunca editada en México), que muchos descubrieron en los programas de El lado oscuro de la Luna, que hacía Juan Villoro, está disponible. De esta hembra de Oakland se pueden conseguir a 25 pesos por volumen: Fleur Carnivore (1989), Dinner Music (1977), Fancy Chamber Music (1998), The Carla Bley Big Band Goes The Church (1996) y el Duets con Steve Swallow (1988).
Para gustos ultrasofisticados que oscilan entre el rock progresivo, el free jazz y la vanguardia electrónica está el colectivo francés de Art Zoyd que ha llegado a tener más de 25 de integrantes y más de treintena de álbumes de variados géneros que tocan incluso el rock en oposición.
Parte de su fama en México se debe a muchos artículos del Decibel, Walter Scmidth, que los relaciona con sus primos: Henry Cow, Univers Zero, Magma, Einturzende Neubauten y otros.
pepenavar60@gmail.com