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Nunca se sabe cuándo un documental de Olayo Rubio pueda ayudar para definir con sobrada exactitud a quien fue en su momento “El Carnal de las estrellas” que, por supuesto, es el ahora escritor Luis de Llano Macedo. Cuando a De Llano se le acorrala y se pone nervioso, se sale por la tangente y, en el documental Gimme the power (2012) sobre Molotov, nos deleita con perlas —cuyo extracto también se puede ver en YouTube— como ésta: “Yo tengo un pequeño ejercicio que hago cuando llega una chava guapa a mi oficina pidiéndome trabajo. Lo he hecho varias veces, y a veces sí he tenido hasta seis o siete esperado. Entonces la siento y le digo tú quieres ser estrella y tú quieres triunfar. Estás guapa; en las fotos te ves bien, tienes buen look. Entonces párate, date una vuelta, siéntate… se empieza a poner nerviosa… ya sabes cambia la situación… Pues mira yo te voy a hacer rica y famosa pero tengo una condición… ¿una condición? Pero... No quiero que la comentes con nadie… quiero que quede muy personal entre tú y yo, y no quiero que te ofendas o lo tomes a mal, pero me es muy importante y voy a hacer muy sincero y muy directo contigo… como que se empiezan a poner más nerviosas, se vuelve a cambiar de pierna, cambia de lugar… y te lo juro que te voy a hacer la estrella de las estrellas… Ok… ¿Cuál es? Cuando seas rica y famosa… no te quiero volver a ver en mi vida”.
Qué tal la curadita en salud del que ahora es autor, creador y productor creativo del libro de Planeta: Expedientes POP que sintetiza en su contraportada: “No es una biografía. No es una crónica ni una telenovela. Es la historia de las décadas más trascendentales del espectáculo en México”… claro si se resume a los “conceptos” que nos endilgó: Timbiriche, Garibaldi, Kabah, Fresas con Crema, Los Cachunes… y cuando la mediatización por la tele entra, se dan cosas como “la generación Timbiriche”.
En una parte de libro se asume como especie de héroe del rock mexicano en los 80, cuando se sabe que, desde su tradicional arrogancia y despotismo como sello de la casa, miraba por sobre su hombro a los grupos que grababa en programas como Super rock en concierto y Sábados de rock y luego enlataba, porque no eran de su círculo antes de volverse “El Carnal de las estrellas”; y que sus fotos del libro desmientan lo contrario. Está bien que haya sido exitoso en Televisa, hasta fue el creativo del Festival de Avándaro —eso nadie lo duda— pero que no se pase de tueste. De ahí la importancia de la letra de la canción de Molotov, que no pudo describirlo mejor.
Y Olayo con sorna ataca de nuevo: “Una pregunta de opción múltiple: “¿El verdadero ‘Carnal de las estrellas’: Raúl Velasco, Jacobo Zabludowsky, El Tigre Azcárraga o Luis de Llano? Y ya se sabe, entre la pregunta incómoda, la cara de De Llamo, más incómoda. El remate lo da luego Arturo López Gavito: “El Carnal de las Estrellas… es Luis de Llano: siento que refleja el aparato mediático mexicano que hoy sigue vigente”.
“Yo creo más en los conceptos que en los artistas” dice el autor de Expedientes Pop y ahí están —en tres grandes apartados y 37 partes— las curiosas mentiras verdaderas o las verdaderas mentiras curiosas de su andar de Televicentro a Televisa.
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