Creo que ningún automovilista ni operador de cualquier modo de transporte público o privado en la capital estará en desacuerdo en que debemos respetar el nuevo Reglamento de Tránsito.

De hecho, antes de su publicación, estaba vigente el anterior Reglamento, que en general, no se obligaba por parte de la autoridad a su cumplimiento.

La autoridad está precisamente para aplicar el Reglamento de Tránsito, pero a la vez, debe cumplir con una serie de obligaciones elementales que garanticen la fluidez en el tránsito y la seguridad de automovilistas y peatones. Algunos ejemplos de fallas recurrentes por parte de las autoridades competentes son: la falta de señalamientos de velocidad e indicaciones en las vialidades; nombres y sentidos en calles y avenidas; reparación y mantenimiento de vía pública, eliminando baches, colocando rejillas de desagüe, quitando miles de topes innecesarios y mejorando banquetas. Se debe retirar al ambulantaje de vialidades primarias y de acceso controlado como en el Periférico, donde se venden desde gorditas de nata hasta tarjetas “tag” para tener acceso a los segundos pisos de cuota. Se debe prohibir la operación ilegal de grúas chatarra y en su lugar incorporar a las de Tránsito y Vialidad que para eso deberían estar, para mejorar el tránsito, en lugar de la extorsión constante a los automovilistas.

Es conveniente corregir algunas rutas del Metrobús construidas innecesariamente en el centro de algunas vialidades importantes como Cuauhtémoc, Xola y Parque Lira, las cuales limitan la circulación de vehículos; se pueden aprovechar los carriles de contraflujo de los ejes viales y no sacrificar tanto espacio. Lo mismo sucede con la construcción de ciclopistas. Todos estamos de acuerdo en promover el uso de la bicicleta, pero con mejor planeación, porque reducir aún más el espacio de circulación para un número mucho mayor de vehículos solo va a generar más problemas de contaminación y de seguridad.

La movilidad en la ciudad de México tiende a “cero” por una pésima planeación en el transporte. Según estudios de movilidad realizados por expertos en transporte urbano, la velocidad promedio ha disminuido de 38.5 km/hr en 1990 a menos de 10 km/hr en 2014; de seguir esta tendencia, los traslados serán cada día más complicados, con todas las implicaciones que representa en lo social y en lo económico.

Son varias las causas del colapso de la movilidad, pero fundamentalmente se debe a la falta de visión metropolitana y de largo plazo en la planeación. Es fundamental la creación de organismos metropolitanos para los principales servicios de la Ciudad, como el de movilidad. A mediados de los ochenta, se crearon varias coordinaciones metropolitanas entre el Estado de México y el DF, una de ellas fue la Comisión Metropolitana de Transporte y Vialidad (Cometravi), que en un principio tuvo un plan de trabajo eficaz; lamentablemente, en poco tiempo se fue perdiendo el interés de los gobiernos de ambas entidades y se dejó de apoyar estas iniciativas hasta perderlas por completo.

La falta de visión metropolitana y de una planeación eficaz han conducido a las autoridades a cometer errores gravísimos que fatalmente nos han llevado a la situación de inmovilidad que tenemos hoy en día. Un ejemplo claro fue la construcción de los segundos pisos, en lugar de invertir en transporte público eficiente y de gran capacidad, se optó por estos segundos pisos que sólo han resultado —como lo advertimos en su momento—, en grandes negocios y en un incremento exponencial de autos particulares en circulación con sus consecuentes embotellamientos a todas horas, como efecto del fenómeno conocido como “tránsito inducido”: más espacio vial igual a más automóviles.

Para que la gente opte por el transporte público y deje en casa el coche y mejore la movilidad en la ciudad, es imprescindible un Plan Integral de Movilidad y un Reglamento de Tránsito que sean de carácter “metropolitano”. Al mismo tiempo, se debe promover por todos los medios posibles una oferta suficiente de transporte público de alta capacidad, eficiente y seguro, basado principalmente en Metro, Trenes Ligeros, Trenes Suburbanos y Metrobús, coordinados con un sistema de transporte “alimentador” público y concesionado, con autobuses de buena calidad y en buen estado. Si no hacemos esto con carácter urgente, de nada sirve un reglamento donde no hay tránsito.

ciudadposibledf.org

Twitter: @JL_Luege

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