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La economía mexicana registró un crecimiento de 2.5% durante el primer trimestre del año, similar al contabilizado durante 2016. Sin lugar a dudas que eso es positivo para una nación que se vio afectada por las amenazas de su principal socio comercial y por la volatilidad del tipo de cambio que se observó entre enero y febrero pasados.
De igual forma el incremento de PIB es favorable para una economía que se encuentra sujeta a la mayor presión inflacionaria en los últimos ocho años, cuando se tuvo la segunda mayor contracción económica de los últimos 70 años. El PIB crece pero lo sigue haciendo a la misma tasa de los 30 años previos: 2.5%.
En apariencia el sector externo ha recobrado su dinamismo, el crecimiento de las exportaciones de 11.2%, hasta marzo, fue soportado por prácticamente todos los componentes más relevantes de la canasta exportadora mexicana, incluyendo la parte petrolera. ¿Por que no se observó un crecimiento más vigoroso de la economía?
Una parte de la respuesta se encuentra en el bajo valor agregado de la industria manufacturera de exportación. En los primeros dos meses del año las empresas registradas en el programa IMMEX, maquiladoras, importaron 75% de los insumos que utilizaron, sólo 25% fue Hecho en México, una cifra similar a la observada el año pasado y la cual refleja el bajo contenido nacional de las exportaciones mexicanas.
Al mismo tiempo en el mercado interno existen algunos avisos que anticipan una menor fortaleza, las ventas reales registradas por la ANTAD (a tiendas iguales) fueron negativas (-) 1.1%, en tanto que en tiendas totales sólo aumentaron 1.1%. Los hogares resienten la inflación.
Las finanzas públicas también tienen claroscuros. Los ingresos totales del sector público federal fueron 403 mil millones de pesos superiores a lo observado en el primer trimestre del 2016. Si bien 321 mil millones fueron atribuibles a los remanentes del Banco de México, los otros 82 mil millones se derivaron de ingresos vinculados a la actividad económica.
No obstante debe citarse que sólo el IVA tuvo un avance real, el IEPS y los ingresos asociados al sistema de renta contabilizaron una caída en términos reales. El avance de la inflación afectó el valor real de la recaudación del gobierno mexicano.
Además debe citarse de que si bien se contó con un ingreso adicional a lo registrado en 2016 ello no favoreció al gasto público. Durante los primeros tres meses del año el gasto programable disminuyó en más de 75 mil millones de pesos, siendo la inversión el componente más castigado.
El retroceso de la inversión pública refleja una estrategia que mostró sus límites en otros momentos de la historia reciente de la economía mexicana: se castiga a la parte productiva del presupuesto público para disminuir el déficit fiscal, pero con ello se restringe el crecimiento presente y futuro de México. Si hoy nos preguntamos por qué no podemos crecer más de 2.5% debemos recordar que todos los ajustes fiscales realizados desde la crisis de los años 80 tuvieron como eje el recorte a la inversión pública.
En pleno 2017 México sigue apostando a reducir su déficit público en función de una menor inversión, una estrategia que no tiene respaldo empírico en ninguna nación desarrollada.
¿Por qué se insiste en seguir este camino? La respuesta se tiene en la parte financiera, se prefiere pagar la deuda contraída aunque para ello se deban usar recursos que abrirían la posibilidad a crecer más de 4%, es el costo de haber incrementado la deuda sin que ello tuviera un impacto favorable para el desarrollo productivo del país.
México perdió la ola de crecimiento mundial registrada entre 1990 y 2007, sólo los países del este asiático lograron capitalizarla gracias a una política económica que vínculo los esfuerzos del gobierno con los el sector privado, una relación que se dio en torno al desarrollo de su sector industrial. En el país se pensó que firmando acuerdos comerciales y recortando la inversión pública era suficiente. Grave error. Hoy se sigue insistiendo en lo mismo, la factura llegará pronto.
Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico