Más Información
Canciller de la Fuente recibe a ministro de Emiratos Árabes; identifican interés en seguridad, IA y high tech
PAN pide al IMSS Bienestar acciones inmediatas para garantizar insumos; existen varias entidades afectadas
Rosa Icela y gobernadores revisan instalación de albergues; "estamos listos para cualquier deportación masiva", aseguran
Más frío que el corazón de tu ex, así será el clima para este fin de semana; prevén lluvias y caída de nieve en estados
Giovanni Sartori sugirió a la clase política mexicana, adoptar la segunda vuelta electoral desde 1997, como un mecanismo de certidumbre electoral y un elemento adicional para el buen gobierno, con el propósito de establecer reglas constitucionales que invitarán a mejorar la relación de comunicación y coordinación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, dado que en aquel momento se instauraban los gobiernos divididos, como producto de nuevas voluntades del voto ciudadano, para conformar una representación política más plural en el Congreso federal y después en los gobiernos estatales.
La recepción de su propuesta no fue bien recibida por el PRI y los partidos opositores de aquel momento la recibieron con tibieza. Creo que en ambos casos no alcanzaron a entender los beneficios de esta figura. Básicamente el argumento central que tenía el PRI, era que la segunda vuelta electoral los pondría fuera de Los Pinos porque presumían que habría un voto antipriísta. Cuando Sartori preguntaba sobre qué base sustentaban está afirmación, nadie le pudo responder.
Lo cierto es que el PRI perdió la Presidencia sin la segunda vuelta electoral, y el problema estructural del que Sartori alertó, se presentó durante todo el gobierno de Fox y creo que desde entonces ha seguido latente. Un sistema electoral que incentiva la fragmentación va a dar como resultado una representación política fragmentada, con gobiernos divididos y, a falta de reglas para incentivar la cooperación institucional, hay tendencia hacia la parálisis de gobierno, la polarización y el chantaje entre partidos y entre los Poderes públicos.
El hubiera no existe, pero creo que de haberse adoptado la segunda vuelta para ser implementada en la elección del año 2000, Fox difícilmente hubiera sido electo presidente de la República.
Años después se volvió a mencionar el tema, pero sin mayor relevancia. Se optó por seguir incentivando la creación y proliferación de minipartidos que habrían de servir como comparsas en coaliciones electorales y en eventuales coaliciones legislativas. Se persistía en rechazar la segunda vuelta ahora bajo el argumento de que creaban falsas mayorías. Si los números no mienten, en una elección en donde un candidato presidencial gana con más de 50.01%, quiere decir que ha ganado con la mayoría calificada de los electores, de tal manera que no hay una falsa mayoría. Al contrario hay una mayoría que le da al mandato de gobierno legitimidad y fuerza para impulsar los temas de agenda necesarios, ya que no es lo mismo encabezar un gobierno con una base de apoyo electoral de 30%, que por una de más de 50%, independientemente de la posible coalición legislativa que pueda integrar el partido en el gobierno.
Esta fue la manera como Francia logró resolver su pluralidad, con legitimidad y funcionalidad institucional. Una buena fórmula para el buen gobierno, cuando hay cerca de una decena de partidos nacionales con registro, como en México.
La discusión vuelve a ser relevante y vigente por diversas razones. En primer lugar porque se debe resolver el tema de la legitimidad con la que será electo el próximo presidente de la República, porque ahora implica un factor no sólo de representatividad, sino además de gobernabilidad.
Ante la alta posibilidad de que en 2018 se inauguren los gobiernos de coalición, no es lo mismo que un Presidente lleve a cabo los acuerdos de integración de su gabinete así como el programa de gobierno, con los partidos de oposición con un tercio de los votos emitidos, que con la mayoría calificada de estos votos. No olvidemos que seguimos siendo un sistema presidencial.
La segunda vuelta electoral no va a resolver todas las insuficiencias que hay en los distintos rubros de la agenda nacional, pero al menos puede ofrecer nuevas soluciones para hacer más funcional a la democracia que tanto nos cuesta y de la que debemos de cuidar para preservar hacia el futuro nuestras libertades.
Académico en la UNAM