Después de que PRI, el PVEM y Panal lograron ganar 260 de 500 curules en las elecciones del 7 de junio, cabe preguntar: ¿para qué aprovechará el presidente Peña Nieto esta cómoda mayoría en la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión? Podemos suponer que será para consolidar las históricas reformas estructurales aprobadas por el Constituyente permanente. Ya en esta semana el Presidente instruyó a su gabinete la aceleración de su implementación.

Al concentrar la atención sólo en la Cámara de Diputados, que tiene la facultad exclusiva de modificar y aprobar el Presupuesto de Egresos, al presidente Peña Nieto se le presenta la gran oportunidad de ordenar el gasto público de la administración pública federal. Con la iniciativa y apoyo de los legisladores también podrán ajustarse los excesos en los presupuestos de los Poderes Judicial, del mismo Poder Legislativo y toda la constelación de órganos autónomos del gobierno federal. La caída en los precios y la producción nacional del petróleo son buenos acicates para ello. Asimismo, habrá que continuar con una auténtica cultura de la austeridad por dos razones: una, ya no es sostenible la expansión del gasto con más endeudamiento, y dos, el alza en las tasas de interés en los mercados internacionales tendrá un impacto en el costo financiero de la deuda, y con ello reducirá márgenes de maniobra.

En este ejercicio fiscal, el gasto programable aprobado para 2015 ya fue objeto de un recorte de 114 mil millones de pesos (mmp). Y con el fin de no elevar los impuestos e incurrir en más endeudamiento público, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha anunciado que para 2016 el nivel del gasto programable se reducirá adicionalmente en 135 mmp. El anuncio del presidente Peña Nieto de que el proyecto de Presupuesto de Egresos de 2016, se elaborará con un enfoque de Presupuesto Base Cero (Pb0), ha generado muchas expectativas.

En primera instancia, suena muy bien, pues el gasto público federal, alentado por los altos precios del petróleo, ha tenido durante los últimos 15 años un crecimiento sin precedentes. Aplicar este enfoque es un buen comienzo para frenar esta peligrosa inercia y tener presentes las rigideces que la misma legislación ha introducido, como se comentó en el seminario sobre Pb0 organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Segundo, la aplicación del Pb0 sugiere que los recortes al gasto público no sean generalizados.

Tercero, el Pb0 requerirá eliminar y fusionar una gran cantidad de los 889 “programas presupuestarios” que, al modificarse la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPyRH), empezaron a presupuestarse desde la administración pasada. Cabe señalar que esta forma de expresar los egresos con “programas presupuestarios” dio rienda suelta a la imaginación y facilitó la dispersión del gasto. Dejaron de usarse los programas que establece explícitamente el Plan Nacional de Desarrollo para presupuestar. Y precisamente ésta es una de las grandes oportunidades del Pb0 de realinear con total transparencia el gasto público al PND, a sus programas sectoriales, especiales y regionales. Los buenos gobiernos se concentran en pocos programas.

Por lo anterior, se han generado muchas expectativas en cuanto al adelanto que enviará a la Cámara de Diputados este 30 de junio la SHCP. En esta fecha límite, la SHCP tiene la obligación de enviar la estructura programática con la que se construirá el proyecto de presupuesto de 2016. ¿Y qué significa estructura programática del presupuesto de egresos? En términos muy sencillos es la propuesta del Ejecutivo federal a la Cámara de Diputados en la que le anuncia en qué gastará. Es un listado de los programas en los que se presupuestarán recursos que se financiarán con impuestos, derechos, productos, aprovechamientos y endeudamiento. Es sólo el enunciado de lo que el Ejecutivo federal pretende gastar en 2016 a través de distintos programas. En este documento no se anuncian cantidades, esto es, aún no distribuye los recursos presupuestarios.

Desde luego que el enfoque de Pb0 no será la panacea para arreglar en un instante los problemas de finanzas públicas. Sin embargo, sí es la gran oportunidad para empezar a repensar y reinventar la organización de una administración pública federal caduca. Y con algo más de ganas, arreglar el descompuesto sistema de federalismo fiscal. Cuando menos, para eso vale esa cómoda mayoría.

Economista. @jchavezpresa

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