En las actividades deportivas, la concentración mental del atleta tiene tanta importancia como la preparación física y la destreza. Es una habilidad que consiste en aplicar el esfuerzo intelectivo a un proceso, idea o propósito; un estado de la mente por el cual el deportista capta, comprende y determina los acontecimientos en la cancha. Su principal regulador es la voluntad.

La aptitud para concentrar prolongada y profundamente la atención se logra mediante un sostenido trabajo motivacional. En su tiempo, el escritor y futbolista Albert Camus advirtió: “La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación”. Para el psicólogo Iván Pavlov, fijar la atención es la regla fundamental del pensamiento. Entre sus propiedades destacan la intensidad, la estabilidad y la variabilidad. La primera tiene que ver con el índice de reconcentramiento; la estabilidad, con su duración; la variabilidad, con la adaptación a la dinámica de los hechos. Estas cualidades varían de acuerdo con la dirección de los procesos volitivos.

La atención y la capacidad de concentración son facultades que posibilitan un desempeño inteligente. No sólo optimizan la toma de decisiones, sino que confieren objetividad y reducen el riesgo de cometer errores. El escritor J. Thurker aconsejaba: “No miréis hacia atrás con ira ni hacia adelante con temor, sino alrededor con atención”.

Hay muchas maneras de desarrollar la capacidad de concentración. Según un artículo de la Enciclopedia mundial del deporte, “Es en función de la manera cómo llega a resolver este problema personal que el campeón logra o no logra alcanzar su objetivo… Encuestas realizadas entre deportistas han llevado a constatar que los métodos de concentración mental son tan numerosos como los individuos: necesidad de dormir antes de la competición, rezar en una iglesia, permanecer solos, rehacer mentalmente la carrera, centrar la atención sobre el primer balón tocado, etc… Los aplausos y alientos de la multitud (esfuerzos de larga duración) o, por el contrario, el silencio completo (esfuerzos breves) son también elementos importantes en la concentración, como en casos límites el odio al adversario, o la idea de la poca importancia del éxito o del fracaso”.

Sin embargo, el poeta Paul Hoover, en El pliegue y el borde, dice: “La atención es cuestión/ de supervisar sombras/ todo está arreglado por el bien/ de nuestros jardines/ hay una lógica final/ en todo lo que es”.

rjavier_vargas@terra.com.mx

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