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En la literatura lo improbable es preferible a lo probable.
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Tengo preferencia por los libros que me dan lecciones de abismo.
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Cuando era joven me decía: Después de los sesenta años —si llego— tendré la madurez necesaria para ver las cosas del mundo con mayor claridad. Ahora tengo más de sesenta y las veo aún con mayor oscuridad que cuando era joven.
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Hay ideas fijas que rechazan toda razón y la vida pierde, sin remedio, su serenidad.
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Los perezosos suelen tener proyectos geniales.
