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La profundidad de un escritor se manifiesta en sus contradicciones.
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Hay desdichas que no vemos, pero quizá ellas sí nos ven a nosotros.
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Dios quiere vencer las defensas que ponemos para creer en Él. Pero si somos suficientemente necios, Él también sabe rendirse.
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En la elección de nuestros libros predilectos somos tan veleidosos como en el amor: No siempre son los mejores y más recomendables los que preferimos.
