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Las sanciones al estadio de Veracruz y a Ricardo Ferretti fueron, para no variar, mucho más leves de lo que deberían.
Pero no debe extrañarnos de una Federación Mexicana y una Comisión Disciplinaria indulgentes y consentidoras, que vienen a ser una extensión de las blandas autoridades y de la pobre aplicación de la ley que existe en nuestro país.
Mientras no se apliquen sanciones ejemplares en el futbol mexicano, no se necesita ser adivino para asegurar que habrá más incidentes violentos en las canchas y en las gradas. La falta de ejemplaridad de las autoridades, uno de los peores cánceres de este país.
Desgraciadamente es muy probable que suceda una tragedia. Entonces, el dedo apuntará a las autoridades y a una Federación solapadora de intereses, que en el pecado llevará la penitencia.
Todavía recordamos cuando un individuo invadió la cancha de Morelia, desatando una bronca, e increíblemente el estadio de la capital michoacana no fue vetado. ¡Cómo, si se jugaba la Liguilla!
Infección. En mala hora llegaron las barras a México. Provocaron la casi total desaparición de las porras, más familiares, más mexicanas. No generalizo, pero es evidente que muchas de ellas tienen un mal comportamiento, convirtiéndose en focos de infección. No estoy en contra de lo sudamericano, pero sí estoy declaradamente en contra de la falta de originalidad. ¿Por qué copiar cánticos y ademanes de las barras argentinas? Hasta los barristas del Guadalajara, el equipo mexicano por antonomasia, apoyan a las Chivas a la manera argentina, ¡absurdo!
Lo peor de todo es que muchos de los jóvenes de las barras ni siquiera ven los partidos, sino que se la pasan empujándose o de plano dando la espalda a la cancha.
La pérdida de identidad, la rápida adopción de lo extranjero, el reflejo de una sociedad y de una situación nacional de violencia, el desfogue mal entendido en los estadios, por desgracia, todo eso son las barras en el futbol mexicano.
La Liga, de la mano con los clubes, tiene una tarea titánica para poner orden en este asunto, antes de que sea demasiado tarde.
heribertomurrieta65@gmail.com