A lo largo de 20 años y cinco meses el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública ha publicado las estadísticas sobre la incidencia delictiva, 245 meses para ser exactos.

Durante este periodo, el mes de mayo de 2017 ha sido en el que mayor número de homicidios dolosos han sido contabilizados a nivel nacional, con 2 mil 186. En estos 245 meses transcurridos existe otro dato relevante.

En el mes de mayo de 2011 se iniciaron 2 mil 131 averiguaciones previas por el delito de homicidio doloso y fue el segundo mes con el más alto número en este periodo.

Se han levantado voces para afirmar que el dato muestra que las estrategias en el combate al crimen no están dando resultados (Francisco Rivas): cierto; y voces para expresar que las circunstancias en materia de seguridad (sic) son distintas (Miguel Ángel Osorio Chong).

Para ver si han o no cambiado las circunstancias en materia de seguridad, hay que recordar algunos hechos ocurridos durante el año 2010 y en los meses anteriores al mes de mayo de 2011, que fueron creando las condiciones para que el homicidio doloso, poco a poco, se fuera incrementando hasta alcanzar su pico.

Entre estos hechos destacan: el abatimiento de Ignacio Coronel Villarreal; la captura de Édgar Valdez Villarreal y el abatimiento de Ezequiel Cárdenas Guillén.

Es decir, la neutralización de tres líderes de organizaciones criminales de máxima importancia en el mapa criminal mexicano, lo que, a no dudar, genera pugnas intra-cárteles por el control de la organización; y luchas inter-cárteles por el control de los territorios, de las plazas, de las rutas y de los puertos.

En ese mismo año de 2010 ocurrió la ejecución del candidato a gobernador de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú; el atentado con un coche bomba en Ciudad Juárez; la matanza de migrantes en San Fernando, Tamaulipas, y la ejecución del ex gobernador de Colima, Silverio Cavazos Cevallos.

Sin dejar de mencionar la matanza de 16 jóvenes en Villas de Sanválcar, Ciudad Juárez; otra matanza de 14 jóvenes también en Ciudad Juárez y el surgimiento del Cártel de Jalisco Nueva Generación.

En 2011, con mucho, destaca la matanza en el municipio de Allende, Coahuila. Es decir, hay un conjunto de hechos previos, de gran magnitud, que fueron creando las condiciones para que el homicidio doloso se fuera incrementando, y que explican que se haya alcanzado un pico máximo en mayo de 2011, en un contexto de guerras entre organizaciones criminales dedicadas primordialmente al narcotráfico.

El actual escenario no parece muy distinto, pero muestra otras variables adicionales que deben estar incidiendo en el homicidio doloso. De acuerdo con Lantia Consultores, en el mes de mayo de 2017 ocurrieron mil 485 homicidios relacionados con el crimen organizado, lo que representa 67.9% de los 2 mil 186 homicidios dolosos del mes de mayo de 2017, de acuerdo con las cifras del SESNSP.

De los mil 485 que reporta Lantia Consultores, 919, es decir 61.8%, se concentra únicamente en ocho estados: Baja California (85); Chihuahua (86); Guanajuato (159); Guerrero (179); Michoacán (86); Sinaloa (120); Tamaulipas (79) y Veracruz (125). Estados con fuerte presencia del crimen organizado.

Con la sola excepción de Guanajuato, siete estados tienen puertos importantes o son puntos de acceso al mayor mercado de venta de drogas, es decir, son plazas en los que el juego sigue siendo el mismo: el control de las aduanas. Subsiste la captura o abatimiento de líderes criminales y los conflictos intra e inter-cárteles como la lucha entre el Cartel Tijuana Nueva Generación y el Cártel de Jalisco Nueva Generación en Tijuana; los conflictos internos del Cártel del Pacífico en Sinaloa y los enfrentamientos entre Los Golfos/Zetas Vieja Escuela y el CJNG en Veracruz.

En suma, hay nuevos actores pero, en general, sin cambios en el contexto criminal.

Pero ahora, aunque no ha habido una cadena de hechos criminales de gran magnitud, particularmente contra la sociedad civil, se muestran otras variables: primero, el homicidio doloso se ha extendido hacia otros estados como Colima, Guanajuato y Puebla, estos dos últimos principalmente por el robo de hidrocarburo y ya no por el narcotráfico; segundo, se ha incrementado el número de pequeñas organizaciones criminales que actúan en entornos locales y con mayor propensión al uso de la violencia; y, tercero, la prensa nacional regularmente registra causas de muerte por cuestiones absolutamente triviales, ya no digamos por pleitos de cantina, sino que la gente es asesinada por dar un balonazo (La Policiaca, 20/02/17) o por recargarse en la camioneta de otra persona (La Policiaca 28/04/17).

Además, todo parece apuntar a que el mayor número de homicidios dolosos se siguen cometiendo con arma de fuego. Las cuatro variables demuestran que el ejercicio de la violencia homicida tiende a generalizarse y expandirse y se ha convertido tanto en un problema criminal y de control de armas, como en un problema social que debería enfrentarse con más estrategias de prevención social de las violencias.

Todo indica que las circunstancias de seguridad no sólo no son diferentes, sino que se adicionan otras variables a las ya existentes, que están incidiendo en el incremento del homicidio doloso, lo que explicaría porqué se llega a una nueva cifra máxima.

No obstante, la principal y más importante variable que explica el pico histórico al que llegamos en mayo de 2017, es un gobierno que no ha entendido ni sabe cómo resolver el problema de la violencia y el crimen organizado en México.

Doctor en Política Criminal y Miembro de Número de la Academia Mexicana de Criminología.

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