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Si se hiciera una encuesta de cuál fue la palabra más empleada durante la reciente semana en la Ciudad de México indudablemente resultaría: contingencia. El diccionario la define como un suceso que pueda suceder o no, especialmente un problema que se plantea de forma imprevista o una eventualidad. En el caso del término Contingencia Ambiental acuñado hace dos décadas en el Valle de México por la Comisión Metropolitana, cuando la mala calidad del aire alcanzaba niveles de riesgo para la salud, ha llegado al punto del descrédito ciudadano, ya que las acciones ante dicho fenómeno atmosférico se han ido desdibujando dramáticamente durante los últimos años.
A la vista está mucho de lo que se ha dejado de hacer, aunado a la creciente laxitud ante los anteriormente estrictos controles para la circulación de vehículos. No basta el encender un foco de alerta, simular revisiones cada vez más confusas e ineficientes, acompañadas de múltiples dispositivos innecesarios y costosos.
Lo que hoy exige una demandante, más informada y crítica ciudadanía son acciones contundentes ante un problema que rebasa ya a las graves crisis ambientales. El escenario actual es una amenaza latente a la viabilidad integral de la urbe. El principal problema es el espacio que ocupan millones de vehículos en las arterias urbanas, la saturación de las mismas tiene afectaciones intangibles a la salud, a la movilidad, a la actividad económica, a la convivencia y al equilibrio social. El colapso y parálisis de la ciudad está a la vuelta de la esquina… si es que el tráfico nos permite llegar a la misma.
Aquí un decálogo de algunas acciones inmediatas:
1. Aplicar el Hoy No Circula a todos los vehículos.
2. Actualizar las normas ambientales a los criterios internacionales hoy imperantes, ante todo en la industria automotriz.
3. Establecer una política metropolitana integral de transporte público, así como eliminar rutas inadecuadas y duplicadas.
4. Acelerar con inmediatez los filtros o Centros de Transferencia Modal de transporte en los límites físicos de la Ciudad con los municipios conurbados.
5. Mejorar sustancialmente la infraestructura peatonal, banquetas, cruceros y accesos.
6. Eliminar topes, baches y todo obstáculo innecesario en los carriles de circulación.
7. Revisar a detalle los trazos de ciclovías, reductores de velocidad y las llamadas “orejas” o ampliaciones de las banquetas en las esquinas, ya que muchas de las realizadas recientemente se encuentran en lugares inadecuados.
8. Promover el uso de vehículos eléctricos, no únicamente los automóviles, sino bicicletas y motocicletas.
9. No estigmatizar el uso de las motocicletas.
10. Arborizar miles de metros cuadrados de camellones y terrenos indefinidos a los márgenes de vías férreas, vías rápidas y avenidas.
Las acciones aquí enumeradas han sido señaladas por diversos actores urbanos, especialistas, conocedores de la Ciudad y ante todo ciudadanos que padecen a diario este mal. Reside en la autoridad responder con prontitud y contundencia antes de verse rebasada una vez más por una sociedad cada vez más irritada.
Arquitecto.
@FelipeLeal_Arq