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Para muestra un botón, reza el famoso refrán; no existe lugar en el paisaje mexicano actual donde la polarización entre el esplendor de la riqueza natural ligada a la auténtica cultura local no se encuentre contrapunteado con la violencia, la inseguridad y la tensión social.
El Jardín Botánico de Culiacán es un excelente ejemplo, resulta uno de tantos oasis que nos posibilitan revalorar lo maravilloso de nuestra naturaleza, combinada en este caso con expresiones de arte contemporáneo de calidad; visitarlo resulta una grata experiencia ambiental, atmosférica, sensorial, artística así como de salud física y mental.
Es un espacio público, envuelto y dominado por la vegetación, ordenado naturalmente en una veintena de colecciones botánicas que ocupan un terreno de 10 hectáreas, extensión semejante a la Alameda Central del DF. En dicho espacio se conserva, se investiga, se educa y se promueve la cultura, es un paseo por paisajes espectaculares que muestran ecosistemas del mundo, un sitio de encuentro, de convivencia, de recreación y enriquecimiento humano, donde múltiples especies botánicas conviven con más de 40 piezas de arte contemporáneo y espacios arquitectónicos sugerentes; destacan las obras de los artistas Gabriel Orozco, Olafur Eliasson, Kiyoto Ota, Richard Long, Francis Alÿs, Dan Graham, Sofía Táboas, Teresa Margolles y de reciente incorporación la pieza Encounter, de James Turrell, la cual consiste en un espacio ojival que puede albergar aproximadamente a 20 personas dispuestas en una banca perimetral, resulta ser una cámara con una abertura elíptica hacia el cielo que permite observar el paso de la luz, la cual se integra dinámicamente a la obra generando efectos lumínicos y cromáticos sorprendentes, obra a la cual hay que introducirse durante 40 minutos al amanecer o al atardecer; una experiencia sobrecogedora que registra y detona las transformaciones fugaces de la naturaleza así como los fenómenos físicos y visuales de la luz. Las obras artísticas tanto las arquitectónicas, estas últimas autoría de la talentosa Tatiana Bilbao, han sido introducidas en el jardín con el objeto de enriquecer la experiencia estética del visitante durante su estancia y recorrido, es un museo vivo a cielo abierto.
Fundado en 1986 por iniciativa del ingeniero Carlos Murillo D., un botánico aficionado que luchó para que en un terreno del gobierno del Estado se estableciera un jardín de tales características, años más tarde obtuvo con destacados empresarios locales apoyos para conformar la Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa, instititución que opera y administra este jardín, el cual es considerado el mejor del norte de México. En años recientes para enriquecer el acervo se apostó por otra vertiente cultural, la incorporación de las piezas de arte contemporáneo antes citadas, las cuales forman parte de la Colección Isabel y Agustín Coppel.
Lo que por fortuna salva a nuestro país es su cultura, su belleza natural y humana, sin eso ya habría desaparecido; lo único que nos puede salvar ante la barbarie imperante, ante el deterioro social, ante la cultura del narco que todo lo invade, ante la simulación, ante la violencia y la muerte, las cuales se han tornado fáciles y presentes, es fortalecer la educación y reivindicar nuestras profundas raíces, lamentablemente poco parece apuntar hacia ello, por bellos y extraordinarios que sean los oasis, no hagamos de nuestro país un territorio desértico donde sólo alguno que otro oasis nos haga mantener el aliento y continuar vivos.
Arquitecto