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Durante los últimos meses hemos sido testigos de un aumento desmedido del tráfico vehicular en la ciudad de México. La percepción generalizada es que nos encontramos a punto del colapso, si es que no lo estamos ya.
La circulación hoy nombrada movilidad es el elemento básico para la operación de una ciudad, resulta análogo al flujo en las arterias de cualquier organismo para mantenerse vivo, la ciudad está amenazada a sufrir una parálisis sin precedentes. Durante los años recientes se han tomado medidas para solventar la creciente saturación vehicular y los largos tiempos de traslado, nada de ello a pesar de significativas contribuciones han bastado para solucionar el complejo problema del tráfico; Metro, Ejes Viales, Trolebús, disminución en el número de los abominables Microbuses, Metrobús, Segundos Pisos, Ecobici, Ecobús, etcétera.
El escenario actual es fruto de varias decisiones fallidas y de una descoordinación generalizada entre políticas públicas federales y locales. El primer error correspondió a la acción clientelar con fines electorales para retirar la tenencia vehicular salvo a los autos de lujo, incentivando con ello la adquisición de automóviles particulares. La segunda, vinculada con la anterior se deriva del auge en la industria automotriz y de los atractivos financiamientos para adquirir autos a crédito, un tercer error correspondió en aplicar el programa Hoy no circula a los automóviles por el año del modelo y no por el estado de su mantenimiento, lo cual condujo al amparo de tal medida otorgado por la Suprema Corte de Justicia; de facto el Poder Judicial asumió facultades ejecutorias —acto que nos lleva a reflexionar sobre si algunas políticas o programas públicos que no se encuentran bien sustentados pueden terminar en resoluciones de la Corte—, con ello nos encontramos ante un Poder Judicial que ejecuta y suplanta las atribuciones del Ejecutivo. En este caso el Ejecutivo local fue tomado por sorpresa, no respondió a tiempo y con un plan alternativo ante la inminente decisión. Y más grave aún, el partido político que promovió tal amparo presumía haber logrado un “triunfo” para la ciudadanía.
Esta lamentable resolución arrojó en un par de meses cerca de 300 mil autos a las vialidades, cifra equivalente a los vehículos que circulan en Barcelona, impactando de golpe a una infraestructura insuficiente de resistirla, vialidades que además están siendo afectadas por obras carentes de un plan coordinado de movilidad alternativa, las cuales se realizan indebidamente en sitios que no lo requieren y en lugar de contribuir a agilizar la circulación la ahorcan aún más, ya que los lugares elegidos tanto por su ubicación, trazo y diseño son inadecuados. La respuesta ya desgastada y de lugar común es “falta un mejor transporte público”, desde luego que sí, resulta obvio, pero la situación actual obliga a establecer un programa emergente muy específico que ofrezca alternativas viables inmediatas y contundentes. El Hoy no circula al cual podemos hoy entonarle un Réquiem respondió en su momento para enfrentar una crisis ambiental sin precedentes relativa a la calidad del aire, y vino acompañado de otras medidas que sin duda contribuyeron para librar tal situación. Sin embargo hoy nos encontramos ante una más de las crisis que la ciudad, por su complejidad, cíclicamente padece, y por ello es impostergable tomar medidas drásticas para enfrentarla.
Arquitecto.
@FelipeLeal_Arq