La semana pasada se supo que Eruviel Ávila, gobernador saliente del Estado de México, obsequió 12 notarías de nueva creación, alentando con ello una de las prácticas de corrupción más arraigadas en los gobiernos priístas. Aun cuando el más reciente proceso electoral hizo patente la inconformidad de miles de mexiquenses, entre otras cosas, con la opacidad burocrática, Eruviel dio un paso al frente para perpetuar el modelo heredado por sus antecesores en el cargo.

Además del pago de cuotas y el nepotismo, la designación directa de notarios ha favorecido todo tipo de fraudes y favores políticos. Un ejemplo reciente de ello fue lo ocurrido en Quintana Roo y Veracruz, donde la prensa reportó que notarios incondicionales al Ejecutivo facilitaron el desfalco de recursos públicos al ser un medio para la constitución de empresas fantasma. Hubo incluso noticia de fedatarios que fueron cómplices en cuantiosas adjudicaciones de inmuebles derivadas de juicios laborales inexistentes.

La ley del notariado que rige en el Estado de México prescribe que el examen de oposición es la vía principal de acceso a la institución. Sin embargo, el propio ordenamiento ofrece una posibilidad excepcional: “El gobernador del estado podrá nombrar a un notario provisional de entre aquellos que hayan acreditado el examen para aspirante o se hayan desempeñado como notario interino o provisional en el Estado de México, o hayan sido evaluados por la consejería y por el colegio. Si después de transcurrido un año, demuestra experiencia, capacidad y eficiencia en el desempeño de la función, habiendo sido evaluado a satisfacción de la consejería y el colegio; el gobernador del estado lo podrá nombrar notario titular”.

Llama la atención que Eruviel Ávila concluya su mandato dando prioridad a la excepción sobre la regla, toda vez que durante el mismo emprendió esfuerzos significativos para supervisar al notariado, llegando incluso a revocar la patente a quienes incurrieran en actos sancionados por el corpus legal; algo que ni Arturo Montiel ni Enrique Peña Nieto se atrevieron a hacer.

El decreto que justifica el regalo de notarías se ampara en el aumento poblacional y el consecuente incremento del número de operaciones en las que se requiere la intervención de un notario. Es curioso que Eruviel tome nota de esta necesidad casi al final de su periodo y que, a lo largo de su gestión, no convocara a un solo concurso abierto, lo que hubiera permitido que gente capacitada y honesta que no tiene influencias políticas desempeñara esta trascendente actividad.

De hecho, por los pasillos del palacio del gobierno estatal se rumora que, fue tal la premura con que se eligieron los nuevos notarios, que alguno de ellos ni siquiera cumple el requisito de edad mínima que contempla la normativa. Por si fuera poco, también se ha escuchado que la lista de beneficiarios crecerá en los próximos días. Es tal la diligencia de Eruviel que, no conforme con la apertura de las nuevas oficinas, habría decidido cubrir todas las vacantes notariales antes de despedirse del cargo, y no está dispuesto a delegar esta ardua tarea a Alfredo del Mazo.

El notariado es una de las pocas instituciones que goza de credibilidad en México, pues además de su relevancia, se ha convertido en un medio para posibilitar y facilitar la misión del Estado en tareas de vital importancia como lo son el combate al lavado de dinero y la recaudación fiscal. Ojalá que las organizaciones colegiadas del gremio alcen la voz, denuncien la conducta de Eruviel Ávila y defiendan la transparencia.

Presidente del Colegio de Profesores de
Derecho Civil de la UNAM

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