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En una de las grandes paradojas del mundo, nuestra especie atenta todos los días contra sí misma al destruir a los majestuosos guardianes que, entre sus muchas virtudes, cada año eliminan 693 millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera: nuestros bosques.
En pleno siglo XXI muchas comunidades y autoridades ignoran que el máximo valor económico obtenido de la venta de madera de un árbol talado clandestinamente, es de 600 dólares, mientras que “el valor total estimado de un árbol en un bosque bajo manejo, por sus aportaciones ambientales, hasta el momento de ser aprovechado, es de 190 mil dólares”.
De acuerdo con el estudio El estado de los bosques del mundo 2016 de la FAO, tan solo en la década de 2000 a 2010 la pérdida anual neta de superficie forestal en el mundo fue de 7 millones de hectáreas y el incremento anual neto de superficies agrícolas que se registró fue alrededor de 6 millones de hectáreas, con variaciones características de las regiones en América Central y del Sur, África y Asia. El organismo internacional atribuye ese deterioro a la intrínseca relación entre el crecimiento económico, la productividad agrícola y el descenso de las comunidades rurales.
En nuestro país cerca de 85% de bosques y selvas son propiedad de ejidos y comunidades, por lo que la participación y compromiso de la sociedad es indispensable en la protección de dichas zonas y en el aprovechamiento sustentable de los recursos forestales. De septiembre de 2015 a junio de 2016, en materia forestal operaron 337 Comités de Vigilancia Ambiental Participativa, con 4 mil 617 vigilantes acreditados que cubren 157 municipios en 24 entidades federativas.
Vale la pena destacar un esfuerzo exitoso de protección de los recursos forestales en donde han confluido la innovación tecnológica y la conciencia social: los comuneros de Santiago Tlacotepec, Toluca, fueron reconocidos con la Presea “José Mariano Mociño Suárez Lozada” al mérito en la Preservación del Ambiente, Estado de México, 2016, por la recuperación de 700 hectáreas en el Nevado de Toluca.
Bajo la consigna de “si ya nos mantuvimos del bosque, ahora es tiempo de regresar algo al bosque”, los comuneros de Santiago Tlacotepec iniciaron las campañas de reforestación en 1980 y en 35 años ha logrado plantar árboles en la mitad de las 4 mil 617 hectáreas forestales del predio.
Hecho que confirma que la corresponsabilidad ambiental y social no solo es posible, sino viable; cuando existe convicción, conciencia, compromiso y un marco legal adecuado. Se trata de tomar conciencia y actuar para que los tres fantasmas que define el periodista Hugo Corzo, y que recorren nuestros bosques —la veda, el cultivo y la ganadería— no acaben con ellos.
Por fortuna historias como las de Bienes Comunales de Santiago Tlacotepec, empiezan a multiplicarse en el Estado de México y muchas de ellas pueden encontrarse en el libro Madera de Campeones coordinado por el periodista Hugo Corzo. Enhorabuena.
Secretaria de Educación en el Estado de México.
@AnaLiliaHerrera