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La electromovilidad sigue creciendo en México. Según datos de la Electromovilidad Asociación (EMA), en 2024 se vendieron 69 mil 713 vehículos eléctricos e híbridos en el país. Se trata de un récord de ventas que representa un aumento del 83.8% respecto al 2023. En total, se vendieron 31 mil 793 unidades más que el año pasado.
El panorama parece alentador para la industria automotriz en general ante el respaldo del gobierno federal, que recientemente anunció sus intenciones de aumentar en un 10% la producción de autos a través del Plan México. Los vehículos eléctricos tendrán una especial atención a través del proyecto Olinia, que se plantea como el auto más accesible de su tipo en el país.
No obstante, la electromovilidad, todavía tiene por delante varios retos para desarrollarse en México; desde infraestructura insuficiente hasta un marco normativo que todavía debe desarrollarse para dictar las reglas del juego a las empresas interesadas en incursionar en el negocio de los vehículos eléctricos.
Pese a este escenario, México tiene la posibilidad de construir un liderazgo en la producción de vehículos eléctricos ante la próxima administración de Donald Trump en Estados Unidos, quien ha sido enfático en echar marcha atrás a las políticas climáticas de su predecesor.
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Se necesitan más puntos de recarga
Aunque el número de ventas de vehículos eléctricos e híbridos aumentó considerablemente el último año, todavía persiste un pendiente de infraestructura necesario para seguir incentivando este sector. “No contamos con suficientes electrolineras como para pensar en un despliegue masivo de vehículos eléctricos”, explica Diana Avalos, directora general de la Asociación Mexicana de Vehículos Eléctricos (AMIVE), en entrevista para EL UNIVERSAL.
Las electrolineras son las estaciones de carga para vehículos eléctricos y cumplen la misma función que una gasolinera para los autos de combustión convencionales. Según datos de la Electromovilidad Asociación (EMA), al cuarto trimestre del 2024, se registraron en el país 3,321 conectores de recarga en lugares públicos, ubicados en 599 ubicaciones.
No obstante, el aumento de este tipo de infraestructura, según Avalos, debe darse de manera paulatina y ordenada porque el sistema eléctrico nacional tiene una capacidad limitada. “No tenemos suficiente infraestructura de carga, pero eso no quiere decir que necesitamos electrolineras por todos lados, sino un plan para la implementación de estos puntos de carga, priorizando ciertos tipos de corredores y movilidad”, puntualiza. Por ejemplo, las flotillas comerciales, el transporte público y de carga son los que presentan un mayor impacto para disminuir los gases de efecto invernadero.
Marco normativo; dejar en claro las reglas del juego
Otra tarea pendiente en México es la de desarrollar un marco normativo. Apenas en septiembre de 2024, se publicó la primera regulación en materia de electromovilidad por parte de la Comisión Reguladora de Energía (CRE). Las disposiciones para la integración de infraestructura de carga de vehículos eléctricos y vehículos eléctricos híbridos conectables al Sistema Eléctrico Nacional representaron un avance importante esperado por la industria desde hace años.
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“Creemos que fue una muy buena base. Sigue el desarrollo de algunas normas oficiales que tendrían que ser muy específicas para toda la infraestructura de recarga”, puntualiza Diana Avalos. Se espera que estas tareas se lleven a cabo desde la Secretaria de Energía ahora que la CRE fue reestructurada por la reforma que extinguió organismos autónomos en el país.
Sin embargo, la regulación de la movilidad eléctrica que implica diferentes aspectos que incluso podrían rebasar las atribuciones de la Secretaria de Energía. “Está el tema de la calidad de los productos. Tenemos que definir normas, por ejemplo, para conocer la calidad de las baterías que ingresen en el país o incluso contemplar su producción aquí mismo, pero también pensar en qué vamos a hacer con ellas una vez que ya no sean útiles para un vehículo eléctrico. Estas se pueden reciclar, pero se requiere diseñar un plan apropiado y ordenado para ello”, indica la directora general de la AMIVE.
En el fondo, se requiere una visión integral respecto al sector. Durante el sexenio pasado se dio un primer paso con el anuncio de la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica (ENME), impulsada por el gobierno federal en conjunto con organizaciones de la sociedad civil y el sector privado.
El documento, a cargo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, parte de los diversos acuerdos internacionales en materia de cambio climático a los que se encuentra suscrito México, como el Acuerdo de París y el Pacto de Glasgow, que plantea que para 2030 el 50% de las ventas de vehículos ligeros sean unidades cero emisiones (eléctricos e híbridos enchufables).
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La ENME buscaba que para 2040 el 100% de las ventas de carros sean de vehículos eléctricos e híbridos eléctricos conectables, lo cual evitaría la emisión de 129 de millones de toneladas de CO2 equivalente.
No obstante, la publicación de este documento quedó pendiente desde 2023. “Estamos a la espera de que se pueda retomar, sería justo una guía muy importante para poder establecer metas específicas en el sector. A partir de esto podemos entender cuáles son las regulaciones y normas necesarias”, explica Diana Avalos.
Ante políticas de Trump, México podría tener una oportunidad de liderazgo
Más allá de los retos técnicos y normativos, México también está a las puertas de una renegociación del T-MEC planteada por el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La industria automotriz es uno de los sectores de mayor actividad entre el país y sus vecinos del norte. Tan sólo en 2023, las ventas de unidades de movimiento de pasajeros y mercancías de México a EU sumaron más de 64 mil millones de dólares, de acuerdo con datos de la Secretaria de Economía.
El nuevo mandatario de EU pretende volver a fortalecer su industria automotriz interna y ha sido claro en echar marcha atrás en políticas climáticas. En su primer día de mandato, revocó una orden ejecutiva de su antecesor, Joe Biden, que se alineaba con el objetivo del Pacto de Glasgow para buscar garantizar que la mitad de todos los vehículos nuevos vendidos en 2030 fueran eléctricos.
Por otro lado, la amenaza de los aranceles al 25% para México sigue vigente. Frente a este escenario, Diana Avalos reconoce que la eventual renegociación del T-MEC representa un reto importante en materia de electromovilidad. No obstante, también podría significar una ventana de oportunidad para el país.
“Si México lo decide, puede retomar un liderazgo en la agenda climática y en la producción internacional de vehículos eléctricos. Obviamente, Estados Unidos es nuestro socio más fuerte, pero hay muchos otros mercados en Latinoamérica y en el mundo que no van a revertir su impulso a este tipo de movilidad. No solamente porque tienen compromisos climáticos, sino porque también ya se dieron cuenta de que más allá del cuidado ambiental, existen beneficios económicos y de ahorro significativos”, sostiene.
Olinia, un proyecto ambicioso que requiere inversión
Sobre el proyecto Olinia, que pretende desarrollar el auto eléctrico más barato de México, Diana Avalos menciona que valora positivamente la variedad de vehículos anunciada por la presidenta Claudia Sheinbaum. “Responde a esta necesidad que se tiene en muchas ciudades latinoamericanas de micromovilidad; además de contrarrestar la tendencia que se ve en otros países del aumento del parque vehicular de motocicletas”.
Sin embargo, la especialista señala que un proyecto tan ambicioso como Onilia requerirá de una mayor asignación presupuestal. “Reunieron a los mejores expertos en el sector y tienen la oportunidad de generar un equipo brillante, pero es probable que para el tipo de desarrollo tecnológico que están planeando se necesite mucha más inversión”.
