Sigue tensión entre candidatos
Quienes se quedaron con la ceja levantada en Sinaloa, nos cuentan, son los militantes de Morena, pues las diferencias entre el candidato a gobernador Rubén Rocha Moya y el alcalde de Culiacán con licencia que busca la reelección, Jesús Estrada Ferreiro, cada vez son más evidentes. Nos relatan que hace unos días, en los primeros eventos de campaña, ambos estuvieron en un escenario y lo que menos guardaron fueron las formas para hacerse reclamos mutuos, y hasta don Jesús, en corto, usó un lenguaje muy florido para dejar en claro a don Rubén que no lo esté molestando, por lo que el equipo de don Rubén analiza la estrategia para el resto de la campaña, porque la capital es un bastión importante y no evitarán ir ahí por un berrinche. ¡Qué fuerte!
Tricolores se tiñen de guinda
Nos cuentan que los priistas de Yucatán andan de capa caída, pues los que en otros tiempos eran “sus gallos” ahora representarán a Morena. Nos enumeran que, por ejemplo, está la hija del secretario de Seguridad Pública estatal, Luis Felipe Saidén Ojeda, Jessica Saidén Quiroz, quien en 2015 perdió con el tricolor la alcaldía de Progreso, luego apoyó al PAN y ahora es de Morena, donde va de nuevo por el ayuntamiento. También está la exdirigente municipal y exregidora en Mérida, Alejandrina León Torres, quien en Morena es candidata a diputada local; además, la exalcaldesa del municipio de Tekax, Carmen Navarrete, fue postulada a una diputación federal y, como decía Raúl Velasco: “Aún hay más”.
Las alertas ya estaban
Desde Veracruz, nos comentan que el incendio en la refinería Lázaro Cárdenas, de Minatitlán, dejó al descubierto que no es tan buena esa máxima de la 4T de que “más vale honestidad que experiencia”, pues cuando el incidente llegó a puestos claves de la planta, no supieron qué hacer, porque, nos dicen, se trata de compadres o amigos sin experiencia en estos siniestros. Nos indican que no sólo eso, sino que han sido constantes las quejas en los últimos meses sobre la falta de insumos en las bodegas de la planta, pues no hay suficiente stock de materiales y, cada vez que es necesario hacer reparaciones, los empleados petroleros deben enfrentar un laberinto burocrático para poder conseguir piezas, las cuales tardan semanas en llegar. ¡Vaya lío!