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Acapulco.— Con sólo 25 días de campaña y de carrera política, Evelyn Salgado Pineda puede lograr lo que muchos políticos anhelan en Guerrero, incluido su padre, Félix Salgado Macedonio: convertirse en gobernadora, la primera en llegar al cargo en el estado.
Ayer terminó una campaña que fue como ninguna otra: atropellada, siempre marcada en la polémica, con tensión permanente. Un día, Félix Salgado era el candidato, al otro, no, después le devolvían la candidatura y a los 15 días le cancelaban definitivamente el registro.
En abril, Evelyn Salgado apoyaba a muerte a su padre, en su intención de ser gobernador; descartó la posibilidad de sustituirlo, pero cuando llegó el momento de definición no dudó en aceptar la candidatura.
En 25 días, hasta ayer, Evelyn Salgado no pudo apropiarse de la campaña, la sombra de su padre fue abrumadora: nunca dejó de ser protagónico.
Dejar el protagonismo para Félix Salgado debió ser muy difícil, porque como nunca, en sus dos anteriores campañas, tuvo más posibilidades de ganar, aunque en ninguna de las anteriores fue tan cuestionado como hoy.
Eran las 6:30 de la tarde en el zócalo de Acapulco. Unos 6 mil asistententes, calcularon algunos, otros dijeron que fueron 8 mil y unos más que 10 mil, lo cierto es que la concentración no se comparó con otros cierres de candidatos que en la percepción son punteros: hubo huecos y apenas el contingente pudo abarcar.
A esa hora llegó Evelyn Salgado, vestida con un huipil todo de color blanco, como los de las mujeres de la Costa Chica. Este cierre no es el último acto de campaña de la candidata de Morena, pero sin duda el más significativo: todos saben que ganar Acapulco es tener la mitad del triunfo.
Por eso no escatimaron y dejaron a un lado la austeridad que marcó la campaña. El templete fue digno de un escenario para concierto musical: luces, pantalla panorámica, sonido impecable y juego pirotécnicos.
Algunos de los asistentes así lo tomaron y llegaron temprano para escuchar a los grupos musicales. Arribaron incluso con todo y six de cervezas.
El mitin inició hasta que Félix Salgado acomodó como él quiso: “A ver, bajen las lonas, ya las vio el INE”, ordenó. Entonces dio paso a la primera oradora, la secretaria general de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, Donají Alba Arroyo.
Alba Arroyo habló de la coincidencia de su carrera con la de Evelyn Salgado. Dijo que las dos fueron criadas en familias de izquierda.
“Mi papá me contaba historias, no de princesas, sino de luchadores sociales. Me contó la historia de un diputado que sacó un costal lleno de boletas quemadas, la historia del diputado costales, de Félix Salgado”, dijo.
Después, tomó la palabra la candidata de Morena a la alcaldía de Acapulco, Abelina López Rodríguez. Fue breve pero dejó algunas ideas inquietantes. Dijo que el puerto está en “terapia intensiva”, es decir, que el enfermo por tanta violencia, por tanto olvido en este gobierno, el que encabezó su compañera, Adela Román Ocampo, no mejoró, sino todo lo contrario, empeoró.
De inmediato, tomó la palabra Félix Salgado. Secundó el discurso de Abelina López: “No nos van a intimidar”, dijo y pidió a sus simpatizantes salir a votar con valentía el próximo 6 de junio.
Félix Salgado fue breve en comparación de otras veces, para darle paso a su hija.
Evelyn Salgado leyó un discurso lleno de promesas, pintó a su eventual gobierno como un costal sin fondo: con dinero inagotable para obras, programas y becas, a pesar de que Guerrero depende en más de 98% del presupuesto que le da la Federación.
Con el discurso de Evelyn Salgado terminó esta campaña, pero no se terminaron las incertidumbres. Una de ellas: en caso de ganar, ¿se mantendrá en el gobierno los seis años?.