La noche de este domingo los candidatos que aspiran a gobernar la Ciudad de México: Clara Brugada, Santiago Taboada y Salomón Chertorivski se encontraron en un primer debate de cara a las elecciones de junio próximo.
El primer choque fuerte fue cuando se trenzaron Brugada y Taboada en torno a las Utopías, la bandera insignia de la morenista durante su gestión en Iztapalapa.
Acusó al panista de que no entiende de utopías “porque no entiende de sueños, sólo tiene negocios en la cabeza”, en referencia a las acusaciones del cártel inmobiliario en la alcaldía Benito Juárez. Brugada se lleva un punto por retórica.
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Taboada emprende el contragolpe y dice que hay niños en esas Utopías que nadan en albercas sin agua. Que ella queda a deber en índices de bienestar en las calles de Iztapalapa. "Yo sí voy a poner drenaje", dice Taboada, y rescata el primer round.
El segundo, ocurrió cuando Brugada presumió una Ciudad de México pujante en materia económica, y aseguró que se vive un “chilango moment”, frase que no se había popularizado sino hasta después del debate.
Taboada revira y acusa extorsión y cobro de piso en la Ciudad. Dice que estados como Oaxaca y Chiapas crecieron más que la Ciudad de México. Intercambio seco de golpes, ella genera tendencia en redes y él, con buenos reflejos, ocupa la palabra para montarse al debate.
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El tercer encuentro importante se dio cuando Taboada acusó a Brugada de comprar una casa por 339 pesos. Mostró de forma breve un documento que, al momento de redactar este análisis, aún no sube a sus redes.
Brugada respiró, se alejó y regresó al combate con un misil similar: acusó que el panista compró una casa por cinco millones de pesos que al final quedó en manos de un contratista de la Benito Juárez; tampoco mostró documentos que sostuvieran sus dichos. Llegaron al final muy parejos los contendientes.
Salomón Chertorivski, atinadamente, llevó palomitas al debate para simular que las comía mientras los pesos pesados de la ciudad estaban en lo suyo.
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