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politica@eluniversal.com.mx
Aunque es la primera vez que los tres aspirantes a la candidatura presidencial emanados de partidos políticos acuden al mismo evento el mismo día, la dinámica estaba planeada para que no se encontraran entre sí.
José Antonio Meade, de la coalición PRI-PVEM-NA; Ricardo Anaya, de Por México al Frente, conformada por PAN, PRD y MC, además de Andrés Manuel López Obrador, quien enarbola la coalición Morena-PT-PES, vivieron su primer round de sombra ayer en esta tierra.
De acuerdo con el formato, 10 minutos fueron suficientes para que uno abandonara el escenario entre fotos y saludos, y el siguiente entrara por la puerta trasera para ocupar su sitio en un sillón ya dispuesto. Una pasarela bien planeada.
Ninguno llenó la sala habilitada para unos 500 espectadores y, aunque no hicieron un llamado al voto, como les exige la ley, tampoco dejaron de hacer campaña.
El primero en aparecer en el escenario dispuesto por los organizadores de la ANTAD fue el candidato del PRI-PVEM-Nueva Alianza, José Antonio Meade, vestido de traje azul marino, corbata tinta y camisa blanca, quien desde el principio asumió el papel que le dan las encuestas: el del tercer lugar.
La elección, dijo el también ex secretario de Hacienda, no está definida, y reconoció que su ritmo de precampaña no fue el deseado, pero dejó entrever que hay ajustes en su equipo para evitar que suceda lo que con su spot navideño, prolongado hasta casi entrado febrero.
Intentando el humor, el candidato quiso conectar con el auditorio para contrastar su proyecto con el de sus oponentes: el de López Obrador implica un retroceso, el de Anaya y el frente de plano no se entiende, afirmó.
José Antonio Meade tomó el podio instalado en el escenario para hablar desde ahí, ceñido al guión, presentando gráficas, mostrando las dotes de burócrata que presume en su currícula; sin embargo, a pesar de seguir el orden planeado en su presentación y tratar a veces de romper el hielo, pocos aplausos logró hacer resonar.
Es un “Godínez”, dice alguien en las últimas filas del auditorio.
El protocolo marcó su salida. Cámaras y micrófonos lo siguieron mientras Ricardo Anaya, del frente conformado por PAN-PRD-MC subía al escenario: traje oscuro, camisa blanca, sin corbata.
La estrategia del panista Ricardo Anaya Cortés ya es bien conocida en Jalisco.
O al menos se parece mucho a la que su nuevo amigo en la entidad, Enrique Alfaro, utilizó en 2012, cuando contendió por primera vez por la gubernatura del estado: generar la percepción de que la competencia es sólo entre dos.
Así, el joven que se dice amante de las nuevas tecnologías dio al PRI por muerto y aseguró que la competencia es entre él y el candidato de Morena-PT-PES, Andrés Manuel López Obrador, de quien dijo que tiene ideas viejas y fracasadas.
Para contrastar la diferencia de pensamiento entre él y su adversario elegido aseguró que mientras “ya sabes quién” piensa en construir refinerías, él cree en los autos eléctricos, que para 2024, cuando terminen de construirse las refinerías que propone López Obrador, tendrán el mismo costo o serán más baratos que los que funcionan con gasolina.
Pero en lo político, dijo, también hay diferencias, pues mientras él quiere meter a la cárcel al presidente Enrique Peña Nieto por la presunta corrupción exhibida en su sexenio, el tres veces candidato ha dicho que no lo perseguirá… Lo siguiente fue una ovación.
Ese fue tal vez el clímax de su presentación, apoyada con una presentación de Tony Seba, por la que el PRI lo acusó de plagio, lo que él negó, pues afirmó que siempre citó la fuente de su información, de él abordando un vehículo que se conduce por computadora o comprando en tiendas en las que la tecnología permite salir sin pagar en una caja.
El panista se lanzó de nuevo y haciendo alusión a las acusaciones de lavado de dinero que lo han rodeado los últimos días, denunció que desde el gobierno federal se orquesta una campaña de desprestigio en su contra por ser incómodo al régimen.
Tras el panista Ricardo Anaya subió al escenario Andrés Manuel López Obrador, quien hizo un discurso pausado. “No hablo de corrido”, dijo.
El político tabasqueño que se aventura a buscar por tercera ocasión la Presidencia de la República se enfocó en tratar de abatir la imagen negativa que se ha cernido sobre él desde que intenta ser presidente del país.
Así, López Obrador comparó la democracia con el libre mercado y citó al Benemérito de las Américas, el oaxaqueño Benito Juárez, para legitimar su analogía: “nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho. No se tomarán decisiones autoritarias, no se hará nada por decreto”.
Cuestionado sobre por qué invitó a personajes como Napoleón Gómez Urrutia, el tabasqueño revivió una versión de aquello que en otro tiempo le dio por llamar la “república amorosa” y dijo que su proyecto es incluyente, que considera que con el líder sindical se cometió una injusticia y que se trata de reconciliar al país.
Así fue el primer round de sombra entre presidenciables. Hubo fintas, amagues, golpes al aire, una probadita de lo que viene.