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Adoptar los colores y logotipo del PRI en el relanzamiento de la campaña de José Antonio Meade, candidato de la coalición Todos por México, no le servirá para ganar la elección, coinciden politólogos.
Los especialistas afirman que el relanzamiento de la campaña de Meade Kuribreña a menos de dos meses de la contienda electoral, apuesta por la lealtad de las bases priístas para rescatar votos que se veían perdidos, pero difícilmente conseguirá el triunfo.
“Es una operación de rescate del voto leal del partido, le llaman relanzar la campaña, pero ya no tienen mucho espacio para hacerlo y no ha cambiado el discurso ni la actitud del candidato para dar un giro a su campaña, todo sigue con una tibieza y mediocridad apabullante”, explicó Alberto Aziz Nassif, investigador del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social.
El también politólogo calificó esta decisión como “una operación de control de daños” y señaló que en vista de que se puede perder la Presidencia, el giro de la campaña del aspirante representa una reconfiguración en el interior del partido, donde se permite, a manera de rescate, que los grupos priístas más arraigados puedan desplazar al grupo del candidato.
“Esto, a fin de animar a las bases priístas para que en las elecciones estatales se puedan obtener votos y ganar terreno con la estructura tradicional del aparato del PRI”, dijo Aziz Nassif.
El politólogo explicó que al principio de la campaña el emblema del partido no aparecía porque representaba el desprestigio y el partido estaba en el nivel más alto de rechazo, pero ahora lo que importa es rescatar el voto duro y la base de la maquinaria del partido en las entidades.
La estrategia inicial al darle la vuelta al desprestigio del actual gobierno del PRI no funcionó y pese al cambio, Meade Kuribreña difícilmente puede hacerse pasar por priísta, porque la militancia sabe que es un externo, dijo Aziz Nassif.
Manuel Quijano Torres, experto en Ciencia Política y académico de la UNAM, expresó que el diagnóstico al iniciar las campañas fue presentar a un candidato deslindado del partido ya desprestigiado a nivel nacional, pero esto tuvo consecuencias negativas.
Un candidato no militante del PRI no elevó el nivel de aceptabilidad en la sociedad, “el hecho de que fuera un candidato ciudadano [que participaba] simultáneamente bajo los auspicios del PRI no generó el efecto positivo que se esperaba”, dijo Quijano Torres.
Aziz Nassif añadió que “ahora ya regresó el emblema del PRI y Meade Kuribreña optó por ponerse la camiseta del partido”, pero afirmó que no se observa un cambio significativo que lo lleve al triunfo.
Quijano Torres explicó que la decisión de buscar a alguien qué es históricamente priísta y conoce los movimientos y bases del partido, como René Juárez Cisneros, recién designado líder del tricolor, fortalecerá la relación con los grupos priístas molestos.
El equipo de campaña de Meade espera que se modifique el voto de lealtad para aumentar el porcentaje de apoyo por la intención del sufragio. “La apuesta que está jugando el PRI es que a la llegada de Cisneros disminuya el voto de castigo y aumente el número de militantes leales, pero hasta el momento no se ha modificado ni se ha visto el impacto”, dijo Quijano Torres.
Juárez Cisneros, afirmó, refleja la importancia de los priístas y, aunque tarde, se les está dando importancia porque “Meade no levantaba en su partido ya que los militantes priístas están molestos y ofendidos, y esto no jalaría el voto”.
El académico de la UNAM indicó que el acto de ponerse la chamarra roja en sus eventos de campaña a fin de generar empatía, hasta el momento no ha creado una identidad común entre el candidato y el PRI, ni tampoco con las fuerzas internas, porque el equipo de campaña del candidato mostró desde el inicio un alejamiento.
Fernando Dworak Camargo, politólogo y maestro por la Universidad de Hull, expresó que la llegada de Juárez Cisneros responde a la necesidad de tener a un priísta de trayectoria para cerrar las filas de los grupos políticos dentro del partido.
