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EL UNIVERSAL buscó y consultó a 30 jóvenes destacados en su disciplina —uno por entidad, excepto del Estado de México y de la Ciudad de México— que luchan por abrirse paso en un mundo profesional, con las actuales condiciones que el país tiene para ellos: falta de oportunidades, de empleos, trabajos mal pagados, sin que nadie los represente ni vele por sus necesidades e intereses, y con miedo salir a la calle, según sus propias palabras. En el marco del actual proceso electoral, se les preguntó su sentir sobre la política, las elecciones, los candidatos y sus necesidades. Las respuestas fueron diversas, como ellos. Casi todos ponen por delante su desánimo y desconfianza hacia los políticos. No creen en los partidos, ni en los discursos y promesas de los candidatos. Ven en ellos corrupción e intereses propios, no se ven representados; pero una vez que vencen su resistencia, coinciden en que deben involucrarse más con las decisiones que toman por el país y que les afectan. A los candidatos presidenciales les piden más presupuesto para la educación, el deporte, la ciencia, trabajos con mejores salarios. Muchos de estos jóvenes laboran por su cuentan a través de organismos y asociaciones para lograr lo que a los políticos no les importa, como la inclusión de personas con discapacidad o el apoyo a los proyectos para el medio ambiente.
Exigen ser escuchados por los candidatos quienes, inexplicablemente, a estas alturas de la elección no han presentado proyectos para ellos, a pesar de que representan 40% de la Lista Nominal, es decir, el próximo Presidente lo elegirán los jóvenes de 18 a 34 años, con sus más de 36 millones de votos, y 4 millones 827 mil 39 millennials podrán votar este 1 de julio por primera vez. En los últimos dos ciclos escolares, apenas 50 mil jóvenes fueron admitidos en la UNAM, 20% de la demanda, mientras que, según datos del Inegi de 2017, 8 millones 841 mil 238 jóvenes entre los 20 y 34 años no estudian ni trabajan.
La inseguridad es otra de sus preocupaciones. Ven en ésta una gran limitante para su generación, pues por un lado les dicen que sean libres, independientes y se atrevan, pero por otro, viven “como en un toque de queda”, con miedo de salir a la calle, de abordar el transporte público, temen ser víctimas de la violencia. Y con razón, el año 2017 fue el más violento en dos décadas, con 25 mil 339 carpetas de investigación por homicidio doloso, 23% más de en 2016. Y durante el actual gobierno de Enrique Peña Nieto se ha registrado la desaparición de 8 mil 49 jóvenes entre los 18 y 35 años.
Estos 30 jóvenes promesa en sus estados se saben ciudadanos, se esfuerzan por sobresalir en sus comunidades, saben que el país requiere el esfuerzo de todos y que ellos son los protagonistas del cambio, a pesar de que para ellos, políticos es sinónimo de corrupción.
“Mientas más apoyo haya en la educación, vamos a tener más gente preparada y con ganas de salir adelante y apoyar a nuestro país”, dijo Alejandro Lira, estudiante de Ingeniería ambiental.