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En un lugar cerrado, sin acarreados y sólo con la cúpula de Morena —aquellos que rozan en lo pirrurris o fifi—, Andrés Manuel López Obrador arrancó precampaña, pero no tanto como él hubiera querido. Ante una protesta por la alianza calificada como contradictoria de Morena con el PES, el tabasqueño sólo alcanzó a atajar: ser guadalupano y juarista no es una contradicción.

Los 16 nombres de su posible gabinete, la mayoría de ellos con estudios de doctorado y algunos ex colaboradores de gobiernos priístas, fueron guardados con recelo hasta el día de ayer. Así opera López Obrador, informa, pero poco consulta.

En el primer evento de precampaña del tan cantado precandidato único de Morena a la Presidencia de la República salieron a flote las diferencias que hay en ese partido. No todos aceptan las decisiones de su líder máximo.

En el arranque del camino a la elección presidencial, Elena Poniatowska y Jesusa Rodríguez hicieron lo que antes nadie se había atrevido a hacer: protestaron en contra de la alianza que ha construido Morena con el Partido Encuentro Social (PES), un instituto político vinculado a la Iglesia evangélica.

Minutos después de que López Obrador se tomó la foto con sus 16 principales piezas de un gobierno anhelado desde hace 11 años, Poniatowska y Rodríguez sacaron una pequeña pancarta con la leyenda “No al PES”, seguida de un símbolo.

Atrás, otro personaje acompañó la protesta levantando una bandera con los colores del arcoiris, un símbolo de la diversidad sexual.

Por espacio de 10 minutos, los inconformes pusieron el desorden en un evento en el Hotel Hilton de la Alameda Central, uno de los más lujosos del Centro de la Ciudad de México.

Pocos fueron los reflectores que pudieron captar el momento, los demás siguieron a López Obrador, que se retiró del hotel de la mano de su esposa Beatriz Gutiérrez Mueller. Lo hizo sin declaraciones, saliendo entre empujones.

Pero las diferencias no quedaron en eso. Otra historia fue la que pasaron Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal, que prácticamente no cruzaron palabra. Ambos cercanos a López Obrador, sólo los separaban tres asientos, pero en el tiempo que duró el evento de precampaña de su líder, no voltearon a verse.

Sheinbaum Pardo charlaba con varios integrantes de Morena, muchos eran los que la felicitaban por su precandidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México; Monreal Ávila estaba en lo suyo, a orillas de todos los invitados y sin un lugar preferente.

Otra escena en contra de las decisiones de la política de alianzas de López Obrador, se vivió en el Instituto Nacional Electoral (INE) durante el registro de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PES y PT).

En un auditorio lleno, una morenista representante de la comunidad gay desplegó una bandera de la diversidad sexual y encaró desde su lugar a Yeidckol Polevnsky, presidenta de Morena, acusándola de sellar una coalición con un partido vinculado a la Iglesia, el PES.

“Viva el Estado laico, fuera las iglesias de la política. Que vivan los derechos humanos. Yeidckol, esta bandera se va a llenar de sangre por tu culpa, corrupta. Por tu culpa no voy a tener derechos”, exclamó.

Ante la mirada de los consejeros nacionales y de los líderes del PES, Hugo Eric Flores Cervantes y del PT, Alberto Anaya Gutiérrez, la mujer salió del salón entre algunos gritos apagados de los presentes.

El primer día en el largo camino para la elección presidencial del 1 de julio, López Obrador restó puntos en el tablero electoral, su alianza podría costarle caro en las urnas.

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