“¡Ahora es el momento de la paz!”, con estas palabras el presidente estadounidense Donald Trump anunció un “ataque muy exitoso” que implicó el bombardeo de tres sitios ubicados en Irán con el objetivo de eliminar cualquier posibilidad de fabricación de armas nucleares y poner fin a la guerra con Israel.
Pese a que los países enfrentados acordaron un alto al fuego, especialistas señalan que la tregua es endeble. Durante el conflicto, México mantuvo una postura neutral y se limitó a condenar los ataques que ponen en peligro la vida de los civiles y a realizar llamados a una solución pacífica, sin embargo, al ser una nación petrolera, una reactivación de la guerra podría afectar sus finanzas.
Te explicamos cuál ha sido la relación de nuestro país con Israel e Irán y cómo podría impactar en el país una potencial reescalada de la disputa entre las naciones de Medio Oriente.
¿Cuál es el origen del conflicto?
Con ideologías políticas y religiosas contrarias, Israel e Irán llevan años envueltos en una rivalidad que se agrava o enfría dependiendo del contexto geopolítico que rige en Medio Oriente. En 1979, a raíz de la revolución islámica, Irán catalogó a Israel como un “enemigo destinado a ser eliminado”, de acuerdo a su líder supremo desde 1989, el Ayatolá Ali Khamenei.
Desde aquel entonces, Irán no reconoce la legitimidad de Israel como Estado y el conflicto más reciente, iniciado el pasado 13 de junio, causó la muerte de 24 personas y más de 1,000 heridos en Israel y dejó al menos 974 muertos y más de 3 mil lesionados en territorio iraní, según cifras de la organización Human Rights Activists (HRA), con sede en Washington.
México ante Israel e Irán
En 1952, México estableció relaciones con Israel, posteriormente, ambas naciones firmaron un Tratado de Libre Comercio (TLC) en el 2000, el cual, al ser uno de los pocos acuerdos entre un país latinoamericano con Medio Oriente, provocó una relación estrecha y cordial entre las naciones. Por otro lado, respecto a la relación de México con Irán, el internacionalista José Joel Peña Llanes, la describe como “marginal y protocolaria”.
Anteriormente, México se ha pronunciado frente a otros conflictos entre naciones que lo han llevado a romper relaciones diplomáticas con países como Perú y Ecuador, sin embargo, respecto al problema entre Irán e Israel no ha emitido un posicionamiento definido.
“El gobierno mexicano ha hecho lo correcto al mantener una posición neutral. Este conflicto está muy alejado de nuestra zona de influencia e involucrarnos puede tener efectos negativos. México no tiene mucho que aportar en este sentido”, puntualiza José Joel, doctor en derecho internacional por la UNAM.
“México debería impulsar el rol de las instituciones internacionales y multilaterales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para resolver o mediar estos asuntos a falta de una institucionalidad mayor”, aseveró en entrevista el analista Mauricio Meschoulam.
Cierre del Estrecho de Ormuz, ¿México se beneficia o se perjudica?
Tras el ataque estadounidense ordenado por Trump, el parlamento iraní aprobó el cierre del Estrecho de Ormuz, una vía marítima de 55 kilómetros de longitud que es una ruta clave para el comercio global. En este lugar, se exporta a todo el mundo el 20% de petróleo y el 30% del gas natural producido en Medio Oriente.
Aunque este conflicto ya culminó, la decisión final de cerrar el Estrecho de Ormuz le corresponde al Consejo Supremo de Seguridad Nacional, sin embargo, esto podría desencadenar una crisis energética internacional, ya que se elevarían los precios de combustibles como el petróleo, la gasolina y el diésel.
“Cerrar el Estrecho tendría consecuencias muy fuertes, Irán y Estados Unidos se verían afectados, por lo que incrementaría la probabilidad de qué los estadounidenses quisieran volver a involucrarse en el conflicto”, comenta en entrevista la economista Gabriela Siller Pagaza.
De acuerdo a MarketWatch, sitio web de información financiera, antes de que iniciara el conflicto, el 11 de junio de 2025, el precio del barril del petróleo era de 69.77 dólares. Durante los ataques, el precio más alto fue de 78.85 dólares, mientras que el más bajo rondó en 69.33 dólares. Tras el anuncio del alto al fuego, emitido el 24 de junio, un día después, el costo cerró en 66.43 dólares.
Debido a que México exporta petróleo, se pensaría que con el aumento de su precio el país podría verse beneficiado, lo cual es cierto, pero de manera limitada, expone Peña Llanes: “nuestro país importa gasolina y productos derivados del petróleo, si el Estrecho de Ormuz se cierra, se venderían mucho más caros y México saldría perdiendo”.
Ana Lilia Moreno, economista y coordinadora del Programa de regulación y competencia en México Evalúa, sustenta que el país no se beneficiaría de una alza de precios del petróleo por la política energética que se impulsa desde el sexenio pasado de darle más peso a la soberanía energética que a la exportación del recurso.
“No existiría una ventaja porque, en realidad, importamos más petróleo. Surgirían más afectaciones negativas que positivas, sólo una pequeña parte de la economía podría verse beneficiada”, argumenta Siller Pagaza.
“Si el conflicto escala, México vería un efecto negativo”
A pesar de que el presidente de Irán, Masud Pezeshkian, declaró un alto al fuego en la “guerra impuesta al pueblo iraní” que duró 12 días, especialistas prevén que el conflicto continúe agravándose.
“No deja de ser un cese al fuego muy débil. En cuanto alguna de las partes, Irán o Israel, crean que la otra va a cometer algún acto de violencia violatorio del derecho internacional o que le afecte a su integridad territorial o a su soberanía, pueden romper este alto al fuego y comenzar un ataque bajo esta idea de defensa preventiva”, destaca el internacionalista José Joel.
Además, la economista Ana Lilia considera que si el conflicto se agrava, “sí existe un riesgo de un aumento en la inflación global debido al alza de precio del petróleo por el uso del material en la logística y los procesos industriales”.
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“Si el conflicto escala, México vería un efecto negativo por ser tan cercano y dependiente de Estados Unidos, incrementarían los precios en los energéticos y, por consecuencia, aumentarían las presiones inflacionarias”, asegura Gabriela Siller Pagaza.
“México seguiría jugando un papel marginal, no tenemos un lugar en la mesa y no veo que haya un interés en tenerlo. Vemos el conflicto como algo lejano que no nos compete inmediatamente, que no está en nuestra prioridad nacional”, concluye Meschoulam.