Donald Trump llegó por segunda vez a la Casa Blanca, esta vez, con el respaldo de los magnates detrás de algunas de las redes sociales más consumidas en todo el mundo. En menos de 4 años, el republicano pasó de estar vetado en varias plataformas a tener el apoyo explícito de Elon Musk, dueño de “X” (antes Twitter), quien ahora ocupa un puesto dentro de su administración.

El ascenso de Trump coincide con una serie de cambios en las redes sociales que han generado la preocupación de especialistas, quienes no descartan la manipulación de los algoritmos, ese conjunto de cálculos que determina lo que una persona ve en su pantalla y cuyo funcionamiento es poco transparente.

El panorama no es optimista, pues antes de las últimas modificaciones, diversos estudios ya advertían que las redes amplifican la polarización política y son vehículos por donde circula desinformación que apela principalmente a audiencias conservadoras, una situación que podría incentivar el discurso de odio a la par que las plataformas relajan la moderación de sus contenidos.

¿Se están manipulando los algoritmos para apoyar a Donald Trump?

Hace 16 años, la victoria de Barack Obama se enmarcaba en un contexto muy distinto respecto al papel del internet y las nacientes redes sociales en las democracias. “Todo era más optimista. Quizás con un discurso más progresista y vinculado con el ámbito demócrata”, señala en entrevista Jaume Suau Martínez, investigador principal del Digilab: Media, Strategy and Regulation en Blanquerna, Universidad Ramon Llull.

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El especialista explica que la compra de Twitter por parte de Elon Musk cambió por completo esta perspectiva, sobre todo, desde que el magnate hizo público su apoyo al republicano. Desde entonces, usuarios han reportado observar un aumento de publicaciones sobre política en sus feeds.

Una investigación del diario The Wall Street Journal realizada el año pasado encontró que el algoritmo de “X” mostraba contenido político a cuentas que no habían manifestado interés por esos temas. Otra investigación de la Universidad de Queensland, publicada en noviembre de 2024, reveló que las visualizaciones de las publicaciones de Musk en la plataforma aumentaron 186% desde julio pasado.

No obstante, la opacidad con la que operan los algoritmos hace imposible saber con certeza si se ha ajustado la maquinaria interna de las redes para favorecer al actual presidente. Las esperanzas de transparencia para acceder a estos datos parecen alejarse con el modelo de gestión que Musk ha implementado en “X” y que ha sido adoptado recientemente por Meta, liderado por Mark Zuckerberg.

El riesgo de la desinformación y el discurso de odio

En 2018, tras el escándalo de Cambridge Analytica, en el que la empresa obtuvo datos de usuarios de Facebook para crear perfiles y segmentar propaganda política en la campaña presidencial de Trump en 2016, Zuckerberg ofreció disculpas y anunció medidas para hacer frente a las noticias falsas que circulaban en su plataforma, un problema que se había acrecentado en los últimos años. Facebook, que después se convirtió en Meta, inició la colaboración con organizaciones verificadoras de datos para identificar contenido falso.

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Sin embargo, estas medidas fueron desechadas el pasado 11 de enero para utilizar en su lugar un sistema de notas de la comunidad similar al que usa “X”. El cambio deja en la incertidumbre a investigadores de la desinformación. En 2023, un grupo de académicos liderado por la profesora Sandra González-Bailón, de la Escuela Annenberg de Comunicación de la Universidad de Pensilvania, reveló que el 97% de la desinformación que circula en Facebook es consumida por personas de derecha.

“La razón por la que conocemos ese dato es porque teníamos una manera de identificar noticias falsas que dependía de la labor de las organizaciones verificadoras”, puntualiza en entrevista la investigadora. Las indagaciones coordinadas por González-Bailón, publicadas en Science y Nature, fueron inéditas por contar con acceso a datos internos de Meta proporcionados por la empresa. “Hoy esa colaboración ya no existe. Si quisiéramos replicar el estudio sería muy difícil”, señala la socióloga.

Las investigaciones, realizadas en el marco de las elecciones estadounidenses de 2020, encontraron que el origen de las noticias falsas que circulan en Facebook se encontraba mayoritariamente en páginas y grupos vinculados a una posición conservadora. “Básicamente, existe una gran maquinaria mediática que produce noticias falsas y hay evidencia de que esto no responde a un sesgo hipotético de las organizaciones verificadoras”, asevera González-Bailón.

¿Una red de desinformación conservadora en las redes benefició a Donald Trump en su reciente victoria electoral? La profesora de la Universidad de Pensilvania asegura que “no hay una relación causal totalmente limpia” y no puede haber certezas ante la falta de datos sobre los últimos comicios. No obstante, las redes sociales, explica, sí juegan un papel importante acrecentando problemas preexistentes como la polarización política.

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“Una de las caras que tiene la polarización política es lo que se conoce como polarización afectiva, que es este proceso que define dónde empieza y acaba tu grupo. Los que están en el otro grupo se convierten en el enemigo. Lo que han hecho las redes es exacerbar los mecanismos psicológicos y sociológicos que permiten esta selección de grupos e identificación del otro (...) están diseñadas para mandar señales de identidad, afianzando y divisiones y apelando a nuestros peores demonios”, explica González-Bailón.

Meta no sólo enterró su anterior modelo de verificación de contenidos, sino que también cambió su sistema de moderación de contenido respecto a la “conducta de odio”. La plataforma ahora permite, por ejemplo, llamar “enfermos mentales” a homosexuales y personas de la comunidad transgénero o decir que las mujeres o personas de la comunidad LGBTIQ+ no pueden ser militares.

“Desinformación y discurso de odio son dos cosas que van de la mano. Este último cambio de Meta me parece muy preocupante porque la desinformación agrava la polarización, crea posiciones más extremas que facilitan el discurso de odio”, destaca el investigador Jaume Suau Martínez.

Magnates aliados contra la regulación

“Es momento de volver a nuestras raíces sobre la libertad de expresión”, así justificó Mark Zuckerberg, las modificaciones en la moderación de contenidos y desinformación. “En plataformas donde miles de millones de personas pueden expresarse, todo lo bueno, lo malo y lo feo se muestra, pero eso es libertad de expresión”, agregó Joel Kaplan, director de Asuntos Globales de Meta, en un comunicado.

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“Se juega mucho con el tema del freedom of speech, la libertad de información. Habría que revisar si esto no es más bien algo que se utiliza para justificar la falta de regulación. No siempre más libertad de expresión implica una mejor esfera pública. Por ejemplo, en un medio de comunicación no se pueden publicar mentiras o insultos porque se tiene una responsabilidad social. En las redes, debería aplicar igual”, asevera Suau Martínez.

Los especialistas consultados cuestionan que el modelo de notas de la comunidad adoptado en Meta sea eficiente para hacer frente a las noticias falsas y el discurso de odio. “Es una estrategia que es muy dada a la manipulación coordinada. Pueden haber campañas que pretendan ser orgánicas, es decir, usuarios etiquetando, contribuyendo a estas notas de comunidad en un ejercicio coordinado para sesgar ese mecanismo”, advierte González-Bailón.

El investigador de la Universidad Ramon Llull señala que la cercanía de personajes como Musk Y Zuckerberg con Trump responde al interés de conseguir un aliado geopolítico ante la regulación que sus plataformas enfrentan en otros mercados, como en países miembros de la Unión Europea. “Lo que creo viene ahora es una especie de ‘guerra’: Regulación en Europa vs. no regulación y open market en Estados Unidos”, señala Suau Martínez.

En la Unión Europea existen iniciativas como la Digital Services Act o la Code of Practice on Disinformation, que establecen regulaciones a redes asociales para mitigar los efectos de la desinformación y piden transparentar datos para empoderar a usuarios a investigadores. “Entonces veremos en los siguientes años realmente qué significan los cambios de Zuckerberg, si habrá distintos niveles de regulación según la zona geográfica o si más bien será una jungla mediática en la que cualquier cosa puede publicarse”, vaticina el académico español.

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“Creo no hay alternativa. (La regulación) es la mejor manera de entender el papel que las plataformas juegan en las sociedades. Sin embargo, creo que la posibilidad de regularlas en Estados Unidos en este momento es totalmente nula y las esperanzas están en lo que pase en Europa”, concluye la investigadora Sandra González-Bailón.

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