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Jilotzingo, Méx.-David Velázquez Nieto se fue a trabajar el viernes a Cuajimalpa y este domingo cuando regresó a San Luis Ayucan, su casa había desaparecido.
“Afortunadamente no estábamos, el viernes nos avisa mi hermana que llovió muy fuerte y que la lluvia arrasó con todo. No había acceso y apenas llegamos hoy y ya al revisar nada más hay fango, lo que eran muros, paredes, la loza, todo se llevó, inclusive estaba la casa de mi hermana al lado y tampoco ya no hay nada”, narró.
David está sorprendido de la fuerza que tuvo la corriente que bajó de la parte superior del cerro La Peña porque arrancó hasta varillas y un muro de contención que mandó construir para evitar que los automóviles que descendían se pudieran impactar en su casa.
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Lo que era el patrimonio que le heredaría a sus hijas no hay nada, sólo fango quedó en el terreno donde hasta la tarde del 13 de septiembre estaba el inmueble familiar.
“No hay nada, sólo la forma de una barda que se hizo para nivelar. No quedó aplastada, fue arrasada, se llevó todo, muros, loza y lo básico de muebles que había adentro”, comentó.
Por ahora se queda en la casa de su padre que está en la parte de arriba del mismo terreno, a la que no le pasó nada para su fortuna.
“Después a rentar o esperar algún apoyo para reubicarnos. Me siento con una pérdida muy grande, pero afortunado porque estoy bien, con mi familia”, dijo.
La casa de Aarón Márquez también se esfumó en pocos segundos.
En su vivienda estaban sus dos hijas de 14 y 8 años de edad y su esposa cuando escucharon un estruendo, por lo que salieron de prisa del inmueble que se encontraba a unos metros de distancia del camino de Juandú, el cual es el principal acceso para llegar a la zona alta del cerro. Instantes después desapareció.
“Sí, aquí vivíamos, pues con el deslave se llevó la casa, mi casa. Alcanzaron a salir mi esposa y mis hijas con el estruendo, porque fue un tronido tremendo. Yo venía del trabajo, trabajo en la gasolinería de aquí del mismo pueblo. Si no hubieran salido, quedaban sepultadas, como una familia de acá arriba que está sepultada, todavía no alcanzan a sacarla”, contó.
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En esa casa que desapareció en un santiamén, Aarón, su esposa y dos hijas menores de edad, tenían 12 años de residir. Todo lo que ahí había se lo llevó el flujo combinado que descendió a gran velocidad de La Peña.
La mañana de hoy aún bajaba el agua por todos lados. Aarón pagaba los impuestos al ayuntamiento de Jilotzingo -predial y agua- por tener su propiedad en ese espacio, pero nunca le advirtieron que se encontraba en un área de alto riesgo, afirmó.
“No nunca nos dijeron, pues llevamos varios años aquí y es la primera vez, históricamente, que llueve así y pasan estas cosas. Hay una roca que bajó de la parte de arriba y aquí quedó y está como a cinco kilómetros de distancia”, relató.
Aarón está por el momento en la casa de su suegro y confía que las autoridades den a conocer un plan de ayuda para que puedan tener un espacio donde vivir.
La corriente también se llevó a varios vehículos, los cuales se quedaron en diferentes tramos de ese camino. Un puente peatonal que comunicaba a ambas partes del cerro fue destruido, los pedazos de concreto se esparcieron por toda esa área.
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mahc