Para imaginarte la atmósfera de Tulum, debes seguir una receta muy específica en tu mente. La base es una pequeña localidad costera cuyos escasos caminos de concreto no han logrado acaparar el terreno dominado por selvas y manglares ni restar belleza al color turquesa del mar. A ese pueblo hay que añadirle un montón de construcciones rústicas hechas en materiales como palma y bambú, que parecen creadas por un náufrago de gusto exquisito. Todo eso se adereza y decora con un grupo ecléctico de viajeros: amigos en busca de diversión, influencers que llevan labial hasta en la playa, amantes del yoga o la meditación y parejas que no se separan por un segundo.
Entre momentos de introspección en la naturaleza, noches de cocteles creativos, sesiones de fotos inigualables y escenarios perfectos para el romance, está claro que cada uno de estos turistas puede tener una intención diferente al visitar el Pueblo Mágico. Sin embargo, no es necesario “casarte” con un solo plan.
Con base en un viaje reciente a Tulum, te proponemos algunos lugares y actividades para descubrir las experiencias contrastantes que este destino del Caribe mexicano ofrece, sin olvidar el distanciamiento y las medidas de seguridad para prevenir contagios de Covid-19.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
1. Para buscar inspiración
¿Cómo se sentiría viajar en el tiempo para traer a la vida los vestigios de Tulum (o Zamá, su nombre original) y observar el cielo nocturno desde ahí, como sus antiguos habitantes? Tal vez nunca lo sepamos exactamente, pero el museo Mystika te lo muestra de manera virtual. Dentro de un domo cerrado con paredes cubiertas de proyecciones, durante casi cinco minutos puedes dejar atrás tu realidad y conectar con la cosmogonía maya como si te encontraras en un viaje astral.
A través de una galería y algunas instalaciones inmersivas, este nuevo museo exhibe maravillas naturales de nuestro país y elementos de la cultura maya vistos desde la lente del fotógrafo Pepe Soho, quien ha ganado reconocimientos como el premio internacional World Photographic Cup en 2017. Con la idea de inspirarte a desarrollar tus propias pasiones, el artista mexicano te cuenta con imágenes cómo ha encontrado la suya a partir de la caída de un caballo que le cambió la vida.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
Además del domo, llamado Maya, entre las obras más destacadas está Sanctuary, un cuarto de espejos donde se muestran destinos nacionales como la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca o el Santuario de las Luciérnagas. También está Ascension, una proyección en movimiento de la Pirámide de Kukulkán en Chichén Itzá por la noche.
Mystika todavía no es un lugar tan conocido, lo que permite disfrutarlo casi en total soledad y tomarte fotos sin prisas. La visita toma aproximadamente una hora y media, si eres muy observador. Está situado muy cerca de la zona arqueológica. Puedes llegar caminando.
El boleto cuesta 297 pesos si lo compras en línea con anticipación.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
2. Para una tarde sibarita
Tulum
tiene una nueva cima. Se trata de Ático, el rooftop del hotel Aloft que, al estar en un quinto piso, es actualmente el mirador más alto del Pueblo Mágico.
Frente a una alberca de borde infinito, cruzando la calle, hay un “techo” de vegetación que se extiende más allá de donde la vista alcanza; es tan espeso que ni siquiera en su punto más cercano se distingue el suelo. A lo lejos es posible apreciar la zona arqueológica y la playa.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
La apariencia salvaje de la selva es un cambio radical cuando volteas de regreso a la terraza de Ático. Podríamos definirla como un lugar bohemio pero lujoso, donde no te hacen falta comodidades pero el dress code te permite andar descalzo o en bikini. En su mobiliario sobresalen las camas balinesas, cómodos otomanes, textiles en colores vivos y un par de columpios junto a la barra. Un pequeño jardín vertical con letras en neón que dicen “Paradise” es uno de los rincones favoritos para las selfies.
Te lo anticipamos: vas a querer probar la comida de tus acompañantes porque todos los platillos son atractivos. El menú cambia cada seis meses pero hay clásicos que llegaron para quedarse, como las costillitas de cerdo caramelizadas o las minihamburguesas de atún con pan de carbón activado. Para acompañar, pídete una tabla de quesos o un guacamole con toques de menta.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
El Mezcal Chai o el 40 Year Old Virgin (con mandarina, jugo de fresa y jarabe de romero) están entre las bebidas estrella. También hay una carta de sabores para hookah, como mango y frutos rojos; las boquillas para fumar son desechables, nunca compartes con nadie.
La gastronomía de Ático está a cargo de Sergio Ascencio, chef mexicano que se formó con figuras como Mónica Patiño o Andoni Luis Aduriz (chef con dos estrellas Michelin).
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
Por estar al aire libre y tener poca capacidad, es un lugar donde fácilmente te sientes seguro. Aun así, es necesario el uso de cubrebocas cuando no estés nadando o comiendo.
Un diseño similar al de Ático encontramos en las habitaciones y el resto del hotel. Incorpora elementos rústicos y al mismo tiempo toques urbanos: paredes de concreto que dan un toque fresco, decoración colorida y rincones perfectos para tomarse fotos. Además de la terraza, la propiedad posee un patio con alberca familiar. Otro restaurante y bar interior complementan la opción culinaria.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
Aloft no se encuentra frente al mar, pero tiene convenios con hoteles a pie de playa. Se prestan bicis, el recorrido es de 20 minutos.
El hotel tiene un paquete de hospedaje que incluye comidas en el hotel, aperitivos y refrescos. Se llama All Day Tulum y su costo es de 229 dólares (cuatro mil 612 pesos) por noche, en ocupación doble y sin impuestos. La oferta es válida hasta el 30 de noviembre de 2021.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
3. Para ser uno de los chicos ‘cool’
Un fotogénico túnel de madera te da la bienvenida a Mía, club de playa tan acogedor como glamoroso. Para pasar el rato puedes elegir entre una cama acomodada bajo las palmeras, un camastro junto a la alberca o, si llegas temprano, un “nido” de ramas cuidadosamente construido para lucir descuidado.
Este es un lugar para ponerte tu mejor bikini, incluir joyería en tu outfit playero y prepararte para una “pasarela” digna de Coachella.
Mía es uno de los clubes a los cuales tienes acceso como huésped de Aloft. Está en la Zona Hotelera, dentro del alojamiento Selina.
Foto: Cortesía Mía
El restaurante, instalado bajo una enorme palapa y bellamente decorado en materiales naturales, ofrece un menú mexicano de autor. Son imperdibles los taquitos de sashimi de atún, el ceviche con camarón, pulpo y pescado o la cochinita pibil.
Los fines de semana Mía cuenta con DJ, aunque por el momento no hay fiestas. El club sigue las medidas sanitarias, pero hay viajeros que, por meterse al nadar constantemente y encontrarse cómodos, relajan el uso de cubrebocas en la playa. Debemos recordarte que, mientras no estés dentro del mar, sigas llevándolo siempre.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
4. Para conectar con la naturaleza
Como si Bacalar tuviera una sucursal miniatura en Tulum, la laguna Kaan Lum resalta en medio de la selva virgen con sus diferentes tonos de azul: en las orillas es cristalina, mientras que en el centro gana intensidad drásticamente. Esto se debe a la presencia de un cenote con más de 80 metros de profundidad.
A excepción del cenote, donde solo los buzos certificados pueden ingresar, la laguna es de baja profundidad; en la mayor parte el agua no te llega al hombro. Hay un columpio en el agua y algunas hamacas para tomar una siesta.
Foto: iStock
El lugar es muy rústico y suficientemente grande como para mantener la distancia. Está a 15 minutos en coche del pueblo. La entrada tiene un precio de 200 pesos; los niños de entre tres y 11 años pagan 100 pesos.
Foto: iStock
Si tienes el “gusanito” de nadar en un cenote, existen opciones muy diversas en Tulum y sus alrededores. Una de las mejor conocidas es el Parque Dos Ojos, llamado así por dos cenotes que se conectan de manera subterránea, creando un juego de luces en el techo de las cavernas. La reserva natural tiene otros cuerpos de agua como Jaguar, que se admira desde en una tirolesa, o Nicté-Ha, a cielo abierto.
Se cobra aparte por cada cenote que visites: desde 350 pesos por Dos Ojos, 200 pesos por cruzar Jaguar en tirolesa y 200 pesos por nadar en Nicté-Ha.
Foto: iStock
Relativamente fuera del radar turístico se encuentra el tour de Cenotes Casa Tortuga, a 15 minutos del pueblo. En cuatro espacios donde se permite nadar, te muestra los tipos de cenotes que existen en la península de Yucatán: cerrados, semiabiertos y a cielo abierto. Debes pagar 600 pesos por persona para visitar sus cuatro cavernas inundadas. Los niños de cinco años en adelante necesitan boleto.
Como si los cenotes no fueran suficiente maravilla de la naturaleza, uno de ellos tiene forma de corazón si lo miras desde las alturas. Está a cielo abierto y se llama Corazón del Paraíso. No posee gran infraestructura, pero cuenta con plataforma para clavados y palapas donde puedes llevar tu propia comida. Queda a 10 minutos en coche desde el pueblo. Son 100 pesos por adulto y 50 pesos por los niño.
5. Para desafiar tu valentía
En 2018 se dio a conocer que Sac Actun, un sistema con 347 kilómetros de cavernas inundadas, es la cueva submarina más grande del mundo. Una de sus entradas se puede visitar en el parque de aventuras Tulum Native Park, a 15 minutos en auto desde el pueblo.
Sin embargo, el recorrido por este sitio no es relajado y contemplativo, al menos en principio. Debes hacer un circuito de seis tirolesas con una altura máxima de 25 metros; la última acuatiza en un cenote semiabierto. Otra manera de visitar las cavernas inundadas del parque es mediante un rappel de 12 metros, para después relajarte practicando esnórquel.
El precio en línea es de 89 dólares (mil 797 pesos) por adulto y 59 dólares (mil 191 pesos) por niño.
Foto: Alltournative
Mucho menos conocido, pero igualmente divertido, es Selva Maya Eco Adventure, a 10 minutos del pueblo. Es un tour de tirolesas donde los grupos de visitantes son especialmente pequeños para que la experiencia sea más íntima y mantener mejor la distancia. Puedes desafiar las alturas en puentes colgantes con distintos obstáculos, practicar escalada en roca y, para que al paseo no le falte nada, hacer esnórquel en un cenote cerrado.
Se pagan 85 dólares (mil 716 pesos) de admisión por adulto y 64 dólares (mil 291 pesos) por niño.
Foto: Selva Maya Eco Adventure
Dónde comer en Tulum
Algunos imperdibles.
1. Ilios. Abierto para cenas, es un restaurante ideal para una celebración. Se especializa en cocina mediterránea y ofrece tanto cortes de carne prime como selección de pescados y mariscos; no puedes perderte las entradas, como el baba ganush o las brochetas de cordero. El lugar ofrece un espectáculo de fuego y acrobacias. El local es amplio y abierto.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
2. Fresco’s. Enfocado en los platillos saludables, con diversas opciones veganas y vegetarianas. Hay aguachiles, ceviches, tostadas, camarones al pastor y toda una carta de jugos. Abierto todo el día y está al aire libre.
3. Taquería Honorio. A unos tacos nunca se les dice que no, y menos cuando están entre los mejores de Tulum (dicho por quintanarroenses). Almuerza o cena como un local: aquí hay cochinita pibil, lechón horneado, relleno negro de pavo y poc chuc. El lugar es amplio y cuida las medidas de bioseguridad.
Dónde comprar
¿En busca de un souvenir? Esto es un poco de lo que puedes encontrar en Tulum .
1. La Madre Tierra. Cosméticos orgánicos, como bálsamos, gel, aceites esenciales y desodorantes naturales.
2.Kaahal. Diseño de interiores y artículos de decoración con piezas creadas por artesanos mexicanos.
Foto: Kaahal
3. Kàleo’s. Si eres fan del crochet, este es tu lugar. Encuentras bikinis, tops, ponchos y ropita para bebé hechos con esta técnica.
4. Intentio da lux. Velas artesanales y elaboradas con cera natural, infusionadas con aceites esenciales y energizadas con cuarzos.
5. La Troupe. Tienda hecha por y para mujeres, que vende artículos decorativos, ropa y accesorios creados por artesanas mexicanas.