Quienes vivimos en CDMX conocemos aquel exceso de estímulos que implica caminar por las calles del Centro Histórico , entre comercios de todo tipo, voces de vendedores, un tránsito constante de personas (locales o turistas) y miles de conversaciones sucediendo al mismo tiempo. Todo eso se corta de tajo cuando entras a Umbral, un hotel boutique localizado en la calle de Venustiano Carranza, a 5 minutos caminando desde el Zócalo.
Dos cosas hacen especial a este alojamiento. En primer lugar, el contraste entre luces y sombras que crea en cada uno de sus espacios (de ahí su nombre). En segundo lugar, su especial atención en el arte y la creatividad.
Hace unos días realizamos un recorrido por Umbral para conocer sus instalaciones, incluyendo una concept store que inauguró hace solo unos meses. A continuación te contamos por qué deberías considerar visitarlo una tarde o, si celebras alguna ocasión romántica, armar una escapada sin salir de la ciudad.
Foto: Umbral
De la oscuridad a la luz
El hotel está en un edificio construido en 1924, que es protegido por el INAH y alguna vez albergó oficinas de notarios y distintos comercios. Antes de eso en el predio había un convento, de él solo queda una pesada cruz de piedra que ahora puedes ver en uno de los pasillos.
La primera impresión que tienes de Umbral es un vestíbulo de muros y pisos oscuros donde, conforme caminas y te acostumbras a la iluminación bastante tenue, centras tu atención en algunas obras de arte contemporáneo y en una imponente escalera de caracol con aspecto antiguo. Este tipo de contrastes crean una atmósfera introspectiva y exaltan los detalles.
Foto: Umbral
Además de la escalera, ya dentro del hotel encuentras elementos arquitectónicos y de diseño que evidencian el carácter histórico del edificio: herrería original, vidrios esmerilados y un elevador que funciona con tecnología moderna pero exhibe mecanismos antiguos, por ejemplo. Otros elementos, como un jardín colgante con macetas sostenidas por cadenas.
La transición de la oscuridad a la luz se vuelve mucho más clara cuando llegas a las habitaciones. Todas, sin excepción, comienzan con un vestíbulo de paredes oscuras y, a través de un marco de puerta dorado, te conducen hacia un dormitorio donde el blanco, los tonos crema y el gris predominan.
Foto: Umbral
Esa ausencia de colores vivos permite que las obras de arte que adornan cada habitación atrapen tu atención. La decoración es única por suite: pueden ser textiles, cuadros con motivos florales o pinturas abstractas.
Hay habitaciones con vista hacia la calle, mientras otras dan al jardín colgante de Umbral . Algunas de las más lujosas cuentan con tocadiscos, el cual puede aprovecharse con la colección de discos de vinilo del hotel.
Foto: Umbral
Un oasis en el centro
En la azotea del edificio se ambientó una terraza con una pequeña alberca rodeada de cactus, donde todos los ruidos del Centro Histórico son un murmullo lejano. Hay un fogatero para sentarse con amigos o en pareja al anochecer, con la Torre Latino de fondo.
En este rooftop se ubicaron dos restaurantes a cargo del chef Daniel Ovadía. El primero se llama Oliva y es la opción perfecta si lo que te gusta es el comfort food: sándwiches de grilled cheese, hamburguesas, taquitos de camarón, pastas y ensaladas conforman su carta.
Si se te antoja una velada más elegante, reserva en Paxia. Es un restaurante de cocina mexicana de autor. Su carta incluye camarones al pulque, taquitos de pato confitado, huachinango a la talla y postres creativos como el pastelito esponjoso de cacahuate.
Foto: Umbral
Arte para todos tus sentidos
Cubo es un espacio adyacente al hotel Umbral pero a la vez independiente, mereciendo una visita en sí mismo. Tiene una tienda de diseño, espacios para comer y una galería de arte.
La tienda de diseño se encuentra en la planta baja. En ella encuentras una variedad enorme de productos: hay cuadros de artistas mexicanos como Sofía Castellanos, textiles, bolsas, joyería, velas aromáticas, libros de arte, ginebra artesanal y hasta frasquitos con productos para baño como los de Umbral.
Foto: Umbral
La tienda es un espacio abierto para diversos artistas como Alejandra Galicia, quien crea hermosas artesanías en filigrana. Un día pasó frente a Cubo y decidió preguntar si podía exponer aquí, ahora sus piezas están en venta.
La parte gastronómica de Cubo está representada por dos locales, Matisse y San Ginés. El primero se dedica a la repostería tradicional; entre sus especialidades está el pastel de mazapán y el de piñón. El segundo establecimiento es una churrería.
Foto: Umbral
Hay una sucursal de Dolcenero, la tienda de chocolates artesanales de Mao Montiel, quien también colabora en el hotel La Casa de la Playa de Grupo Xcaret.
En la planta alta de Cubo está la galería de arte. Aproximadamente cada dos meses cambia de exposición. Dos piezas son permanentes: los llamativos pianos Alebrije y Anémona, de Ricardo Garduño. El acceso es gratuito.
Foto: Umbral
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