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Hay destinos con los que se sueñan durante años. Canadá es uno de ellos. Aterrizar en Toronto, capital de la provincia de Ontario, es sentir que estás a punto de descubrir un territorio que no se mide en kilómetros, sino por experiencias. Es esa metrópoli que se despliega a la orilla del lago Ontario. Es también la ciudad más grande de Canadá. Aquí, el mundo entero cabe en una sola ciudad. Es el resumen perfecto del país entero.
Moderna, vibrante y multicultural, la puerta de entrada para entender la esencia canadiense, la amabilidad, la diversidad y el amor por la naturaleza, incluso entre rascacielos.
El aire tiene un aroma a bosque lejano y a café tostado. Los enormes edificios de cristal y acero se reflejan en el agua y las voces que se escuchan en cada esquina hablan más de 180 idiomas.
Vibra con energía y se antoja descubrirla sin prisa, con la curiosidad del viajero que se deja llevar. Caminar por Toronto es pasar las páginas de una enciclopedia viva: cada barrio cuenta una historia, cada restaurante refleja una identidad y cada calle parece contener todos los matices del país, desde sus torres que tocan las nubes hasta sus mercados centenarios.
La primera mirada
Al aterrizar en el Aeropuerto Internacional Toronto Pearson, inmediatamente la sensación de orden se mezcla con una emoción contenida: todo funciona, todo fluye. No hace falta regatear taxis ni buscar transporte y, mucho menos cuidarte de una posible estafa o abuso. Al acceso al centro de la ciudad está perfectamente diseñado. Desde el andén señalizado parte el Union Pearson Express, un tren limpio y silencioso que, en apenas 25 minutos, te lleva hasta el corazón mismo de Toronto: Union Station.

La experiencia es parte del ritual de llegada. A través de la ventana, los suburbios se disuelven poco a poco hasta que la silueta de la CN Tower aparece recortada contra el cielo, como una promesa de lo que está por venir. Es entonces cuando entiendes que el viaje ya empezó.
Union Station no es solo una terminal de trenes, es un monumento histórico y el verdadero punto de partida. Desde aquí, el viajero puede llegar caminando al distrito financiero, al paseo del lago o a las atracciones más emblemáticas.
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Moverse por Toronto, además, es sencillo. El sistema de Metro y tranvías conecta con precisión los principales barrios. La tarjeta Presto —que se compra y recarga en cualquier estación— permite usar indistintamente Metro, autobuses, tranvías y hasta el mismo tren del aeropuerto.
La ciudad se recorre con una facilidad que sorprende: todo parece hecho para el visitante curioso que quiere verlo todo.
Downtown: la mirada moderna
Toronto se levanta en vertical, pero se vive a ras de calle. En el centro, los rascacielos de vidrio reflejan el movimiento constante (pero a la vez armónico) de la ciudad, y el lago Ontario se asoma al fondo como una postal azul. Es aquí donde late el pulso más contemporáneo de Canadá.
La CN Tower, con sus 553 metros de altura, es la brújula de todo viajero primerizo. Desde su mirador principal, a 346 metros del suelo, se obtiene la mejor panorámica posible: el lago al sur, los barrios extendiéndose como un mosaico y, en días despejados, incluso la silueta de las cataratas del Niágara en el horizonte. Para quienes buscan más adrenalina, el EdgeWalk ofrece la experiencia de caminar —con arnés, claro— por una cornisa exterior a 356 metros de altura. Quien lo ha hecho jura que el vértigo se convierte en euforia pura.

En lo alto también está el 360 Restaurant, un comedor giratorio que completa una vuelta cada 72 minutos, permitiendo disfrutar una cena con vistas que cambian sin que uno lo note. Se recomienda reservar con antelación y, sobre todo, pedir el menú de productos locales: percas y lucios del lago, cordero de Ontario, vinos del Niágara.
Justo a los pies de la torre está el Ripley’s Aquarium of Canada, una de las joyas familiares de Toronto. El recorrido, de casi dos horas, pasa bajo túneles transparentes donde tiburones, mantarrayas y peces tropicales nadan sobre tu cabeza. Las salas son interactivas, coloridas y tecnológicamente impecables: una experiencia sensorial y educativa.
Al salir, la caminata puede continuar hacia el Rogers Centre, hogar de los Toronto Blue Jays y primer estadio del mundo con techo retráctil. Incluso sin partido, vale la pena hacer el recorrido guiado para conocer los vestuarios, el diamante y los secretos de un icono del béisbol canadiense.
Old Town: donde comenzó todo
Si el Downtown es el futuro, Old Town es el origen. Sus calles de adoquines cuentan historias de comerciantes y pescadores, de mercados que huelen a pan recién horneado y queso ahumado. Aquí se levanta el St. Lawrence Market, fundado en 1814, un edificio de más de dos siglos que aún conserva la esencia del mercado comunitario. Entre sus pasillos se venden embutidos artesanales, mieles de Ontario y el célebre peameal bacon sandwich, considerado el desayuno oficial de Toronto.

A pocas cuadras, en una construcción industrial del siglo XX, el Waterworks Food Hall redefine el concepto de mercado moderno. Lo que antes fue una planta de tratamiento de agua, hoy alberga cocinas abiertas, cafés de especialidad y panaderías que perfuman el aire con mantequilla y cardamomo. Aquí la experiencia gastronómica se degusta a través de platillos puristas que respetan la receta original de las cocinas ahitiana, jamaiquina, española, arabe, venezolana, colombiana, griega e india, solo por mencionar a algunas cuantas. Este templo de los sabores es el mercado gastronómico más nuevo de Toronto, además, de uno de los más inventivos. Un santuario para los foodies.
Tip: visítalo al anochecer. Se convierte en punto de encuentro para locales, con música suave y ambiente bastante relajado.
El Hotel Ace Toronto, con su estética minimalista y su atmósfera creativa, encaja perfectamente en el espíritu del Old Town. Desde su rooftop bar Evangeline, el skyline parece una postal viva, ideal para disfrutar de cocteles mientras se contempla la ciudad en movimiento. La experiencia no termina allí: el hotel también aloja al Alder, un restaurante recomendado por la Guía Michelin. Su cocina de leña se inspira en sabores del Mediterráneo.

En Alder, los comensales pueden deleitarse con platos como la costilla de res estofada, cocida lentamente hasta alcanzar una textura jugosa, acompañada de una salsa profunda; el tomate heirloom con burrata, fresco y cremoso; y la tarta de crema de coco con base crujiente y chocolate blanco caramelizado, un postre que equilibra sabor y textura de manera excepcional.
Con su combinación de diseño contemporáneo, confort, vistas panorámicas y alta cocina, este hotel se convierte en un destino para explorar la riqueza cultural y gastronómica del Old Town.
A seis minutos caminado del Old City Hall se encuentra Little Canada, en el sótano del Hotel The Tenor. Es una atracción turística que ofrece un recorrido entrañable por el país en miniatura: ciudades, paisajes y escenas cotidianas recreadas con un nivel de detalle asombroso. Los visitantes pueden escanearse y “convertirse” en una figura diminuta dentro de la maqueta: Canadá reducido al tamaño de un sueño.
Tip: por un costo adicional de 30 dólares canadienses podrás crear una versión en miniatura de ti mismo, imprimirla en 3D y agregarte en algún lugar de las maquetas. Hay entradas desde 32 dólares canadienses.
University District: arte, ciencia y memoria
Hacia el norte del centro de la ciudad, se extiende el Distrito Universitario, un espacio que respira cultura y conocimiento. El Royal Ontario Museum (ROM) impone desde la distancia con su fachada de cristal, diseñada por Daniel Libeskind. En su interior aguardan más de 13 millones de piezas que recorren la historia natural y cultural del planeta: esqueletos de dinosaurios, momias egipcias, arte indígena canadiense y joyas medievales.

A unas cuantas calles, la Art Gallery of Ontario (AGO), obra del arquitecto Frank Gehry, es un templo para el arte contemporáneo. Su colección supera las 90 mil obras, pero lo que más atrae hoy es la instalación permanente de Yayoi Kusama: Infinity Mirrored Room – Let’s Survive Forever. Entrar en ese cubo espejeado, donde luces infinitas flotan suspendidas, es una experiencia íntima y vertiginosa, casi espiritual. Hay que reservar turno con antelación, pero vale cada segundo de espera.

Midtown: el sueño gótico de Casa Loma
Subir hacia Midtown es viajar a otro tiempo. La Casa Loma, una mansión gótica de principios del siglo XX, que se alza sobre una colina como un castillo europeo perdido en América. Sus salones, túneles secretos y jardines panorámicos han sido escenario de películas —X-Men, Scott Pilgrim— y bodas de ensueño. Durante el verano, el patio se llena de conciertos; en invierno, las luces navideñas la transforman en un cuento.

Queen West y Graffiti Alley
El arte callejero tiene su templo en Queen Street West, barrio que respira creatividad. Aquí las fachadas son lienzos y el color nunca se detiene. En Graffiti Alley —también conocida como Rush Lane—, artistas como Uber5000, Elicser o Anser han convertido tres cuadras en una galería al aire libre. Pasear por aquí es entender la parte más rebelde y libre de Toronto y su capacidad de reírse, de pintar, de transformar los muros en espejos del alma urbana. El acceso es completamente gratuito, ya que se trata de un largo callejón formado por las entradas traseras de edificios y comercios.
Es, además, uno de los puntos más instagrameables de la ciudad (y eso que hay muchos), un paseo imperdible que seguramente llenará tu cámara de imágenes llenas de color y arte urbano que aquí se eleva a su máxima expresión. Recorre este pasaje con calma y presta atención a los detalles y referencias puestos en estos grafitis. La interpretación de los murales es todo un ejercicio para conocer el alma multicultural de Toronto.
Kensington Market y Chinatown
En Kensington Market, el tiempo se desacelera. Este barrio bohemio y multicultural expide el olor que seguramente emanaría la cocina de la Torre de Babel. Los murales, la música callejera y las tiendas vintage crean una atmósfera que no percibes en otra parte. Lo ideal es recorrerlo a pie, detenerse a probar un café etíope, unos tacos coreanos, dumplings y empanadas jamaiquinas con su inconfundible salsa de mango picante.

Si quieres profundizar en su historia, la mejor manera de hacerlo es tomando el Kensington Market Food Tour que recorre las cocinas más emblemáticas del vecindario mientras un guía local cuenta en inglés, las anécdotas de inmigrantes y recetas heredadas.
Tip: esta experiencia es más disfrutable si la realizas por medio de guías certificados, como los de culinaryadventureco.com. Ellos te llevarán a lugares precisos para que pruebes los platillos más representativos y guardes una postal maravillosa de este barrio en tu memoria.
El costo de los recorridos guiados ronda los 50 dólares canadiences por persona.
A unas cuadras, Chinatown despliega otra paleta de aromas y sabores: dumplings al vapor, tés florales, mercados llenos de color. La oferta culinaria es uno de los principales atractivos del barrio.

Restaurantes como Dim Sum King y New Ho King ofrecen platos tradicionales como dim sum, pato laqueado y fideos wonton. Además, los mercados como Dragon City Mall y Chinatown Centre son ideales para adquirir ingredientes asiáticos, hierbas medicinales y productos importados.
El barrio también es un centro cultural. En celebraciones como el Año Nuevo Chino y el Festival de la Luna, las calles vibran con desfiles, danzas del dragón y exhibiciones artísticas. La estatua de Sun Yat-sen, frente al Chinatown Centre, rinde homenaje al líder revolucionario chino y es un punto de referencia histórico.
City Hall y Nathan Phillips Square
En el corazón del centro, el Toronto City Hall (considerada por muchos una obra maestra de la arquitectura) simboliza modernidad pura.
Sus dos torres curvas, diseñadas en los años sesenta, enmarcan la plaza más fotografiada de la ciudad: Nathan Phillips Square, donde se alza el letrero luminoso de Toronto.
En invierno se convierte en pista de patinaje; en verano, en escenario de conciertos y ferias gastronómicas, pero además es uno de los puntos más emblemáticos. Aquí se filmaron varias escenas de la popular serie de HBO, The Handmaid’s Tale.
King West: diseño, gastronomía y vida cosmopolita
Antiguamente, un distrito industrial. Hoy, sus calles reflejan una transformación impresionante: lofts elegantes, boutiques de diseño independiente, galerías de arte contemporáneo y cafés que compiten con cualquier capital europea. Caminar por King West es sumergirse en un barrio que vibra al ritmo de la ciudad, donde cada esquina combina historia y modernidad, y donde la vida nocturna se mezcla con la sofisticación del día.
Uno de los epicentros de este barrio es The Well, un complejo urbano que integra residencias, oficinas, comercio y gastronomía de alto nivel. Al recorrer sus pasillos, se pueden explorar tiendas de diseño exclusivo, pequeñas galerías con exposiciones temporales y eventos culturales que cambian constantemente. La atmósfera de The Well invita a perderse varias horas entre compras, arte y experiencias culinarias.
Ahí mismo está Arcadia Earth, una exhibición de arte inmersiva sobre sostenibilidad. Este espacio es una travesía sensorial a través de instalaciones que buscan despertar conciencia ecológica. El recorrido te llevará por salas en las que, con ayuda de videomappings, instalaciones monumentales y gafas de realidad virtual, aprendes cosas realmente importantes sobre el cuidado del planeta y la relevancia de cuidar la Tierra y sus recursos.

Tip: pide un iPad para disfrutar de los puntos de realidad aumentada. Es gratis y solo debes dejar una identificación. Esta visita debes planearla, comprar las entradas con anticipación y revisar la agenda de horarios disponibles. Costo de entrada: 39 dólares canadienses.
Los amantes de la gastronomía tienen que ir a La Plume, dentro de The Well. Esta brasserie de inspiración francesa ofrece un menú que combina técnicas clásicas con ingredientes locales frescos. Tiene su propio tartare bar. Además, cada preparación se hace al gusto del comensal, como el pollo Giannone asado en rotisserie, con piel crujiente y carne jugosa, y la selección de mariscos frescos que recuerda los sabores del sur de Francia. La experiencia se complementa con cocteles artesanales y una carta de vinos cuidadosamente seleccionada.
A pocos pasos, galerías como DesignTO y espacios de arte contemporáneo emergente ofrecen exposiciones de artistas locales e internacionales.
King West es ideal para quienes disfrutan de recorrer la ciudad a pie, descubrir rincones fotogénicos y participar en la vida cultural de Toronto.
Geary Avenue: creatividad urbana y comunidad viva
Este barrio, hasta hace un tiempo, era conocido como una zona con un aire peligroso. Hoy, con un espíritu renovado, se presenta como un corredor donde la vida local y la expresión artística se entrelazan con fuerza.
Históricamente, Geary Avenue ha sido un punto de encuentro para creativos, emprendedores y comunidades inmigrantes, y esto se respira en cada fachada, mural y escaparate. Colectivos como Paintlounge y Fresh Paint Toronto han transformado la calle en un lienzo, con murales que reflejan historias de inclusión, resistencia y comunidad.
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Para quien busca una experiencia culinaria de alto nivel, vaya a Parallel: este restaurante, con un enfoque innovador en cocina de temporada y coctelería de autor, ofrece platos cuidadosamente elaborados, como el tartar de res wagyu y la lubina a la parrilla con emulsiones cítricas que reflejan el equilibrio perfecto entre técnica, sabor y presentación. Es una parada obligada.
Enoteca Sociale ofrece cocina italiana con ingredientes locales, mientras que Bar Isabel destaca por sus tapas en un ambiente acogedor. Si amas el café, Pilot Coffee Roasters brinda granos de especialidad y un espacio para observar la vida urbana.
Además, Geary Avenue sorprende con mercados temporales que ofrecen productos artesanales, libros, plantas y artículos vintage, completando un recorrido que combina arte, gastronomía y cultura local en un solo paseo.
Guía del viajero
- Air Canada te lleva
Aunque viajar de madrugada suele ser un reto, hacerlo desde México a Toronto por Air Canada te ayuda a optimizar tiempos. El vuelo que sale del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a la medianoche y llega al destino a las 7:00 de la mañana es una opción que permite descansar durante el trayecto y aterrizar con energía suficiente para llegar al hotel y tener una mañana tranquila para arrancar con el itinerario.
La tranquilidad de viajar a horas tempranas evita las aglomeraciones típicas del día, haciendo que el embarque y desembarque sean rápidos y eficientes, transformando la madrugada en un momento ideal para iniciar el viaje sin estrés.
- Visa
- Desde febrero de 2024, la mayoría de los mexicanos necesita una visa para entrar a territorio canadiense.
- Solicítala con anticipación porque el trámite puede tardar, en teoría, de cuatro a seis semanas, incluso más, dependiendo de la temporada.
- Su costo es de 100 dólares canadienses + 86 dólares canadienses por la toma de datos biométricos.
- El costo aproximado sería de $2,457 pesos mexicanos, según el tipo de cambio.

- Hay que llenar un formulario en línea.
- La visa canadiense tiene una duración de 10 años o hasta que caduque tu pasaporte.
- Todos los requisitos los encuentras en el sitio oficial: canada.ca
- ¿Y, qué pasa con la eTA?
- La autorización electrónica de viaje (eTA) solo es válida para quienes tienen una visa vigente de Estados Unidos o han tenido una visa canadiense aprobada en los últimos 10 años.
- Para ser aceptada, también es requisito indispensable que el viaje sea en avión.
- Tramitarla es cuestión de minutos, completamente en línea por medio del sitio oficial del gobierno canadiense.
- Cuesta tan solo siete dólares canadienses, pero tiene una validez de cinco años o hasta que expire tu pasaporte.
- Al llegar al aeropuerto
- Los agentes de migración te pedirán el pasaporte, la confirmación de la eTA o tu visa. Conviene llevar impreso tu itinerario, las reservas de hotel y los boletos de salida del país. Canadá valora la planificación: no es burocracia, es cortesía.
- De Toronto a las cataratas del Niágara
- En autobús: contrata los servicios de compañías como Megabus o FlixBus salen desde la estación de autobuses de Toronto o desde la Union Station. El trayecto es de dos horas aproximadamente.
Tarifas desde 16 a 20 dólares canadienses.
- Desde el aeropuerto: si prefieres comodidad, contrata un shuttle o una limusina desde el aeropuerto al centro de Toronto. Las tarifas aproximadas van de los 200 a los 250 dólares.
- Huso horario
Toronto tiene una hora de adelanto con respecto a la Ciudad de México.
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