En estos 5 destinos, las procesiones de Semana Santa son realmente conmovedoras y la muestra de un curioso y multitudinario collage festivo de tradición, folclor, religión y fe. En el calendario litúrgico, el tiempo de cuaresma (del latín Quadragesima : 40 días antes de Pascua) inicia el 14 de febrero, con el Miércoles de Ceniza, y termina el 29 de marzo, en Jueves Santo. En todo México, estas escenificaciones y celebraciones son coloridas, fruto del sincretismo prehispánico y español. Los actos de mortificación, sacrificio y dolor físico que suelen darse en algunas representaciones del Vía Crucis se usan para expresar arrepentimiento, expiar culpas y pagar mandas.
Taxco de Alarcón
Una de las más conmovedoras y dramáticas celebraciones se lleva a cabo en este Pueblo Mágico desde 1949. Inicia el Domingo de Ramos con las procesiones de palmas. Marchan los fieles arrastrando cadenas, flagelantes que cargan una cruz y se castigan con un látigo de crin con clavos. Acompañan de un templo a otro sus imágenes sagradas, valiosas obras de arte barroco, por cierto. El jueves en la madrugada salen de Xochula los encruzados, fieles encapuchados descalzos con el torso desnudo. Cargan sobre la espalda un mazo de varas de zarzamora con espinas y un cabestro que pesa unos 50 kilos. Así recorren las empinadas calles, junto con las imágenes de las cofradías, al son del violín, el tambor y la chirimía, escoltando al Cristo del Santo Entierro. El viernes es el dramático Santo Entierro.
Santiago de Querétaro
La Procesión del Silencio queretana cumple 52 años. Inicia en la iglesia del Exconvento del Cerro de la Cruz, famoso por su árbol de espinas en forma de cruz. Las 24 cofradías y hermandades vestidas con los colores propios de cada una, caminan lentamente por las calles del centro: andan descalzas, encapuchadas y arrastran cadenas. Encabezan las procesiones mujeres de negro con sahumerios y farolas de pedestal. Les siguen encapuchados o embozados y, después, en andas, la Virgen de Dolores, la preciada imagen de la que son devotos todos. Hay preciosas cuajadas de flores y faroles en cada esquina. Música sacra y melodías con flauta y tambor se escuchan al avanzar. Encapuchados vestidos de blanco, mujeres de negro con veladoras, niños vestidos de angelitos recorren las calles semioscuras, adornadas de blanco y morado. Las casas muestran sus tradicionales altares de Dolores. Ella, “la Dolorosa”, viene en camino, cargada por mujeres encapuchadas y descalzas.
Foto: Archivo El Universal
Ciudad de San Luis Potosí
La Procesión del Silencio es solemne, española y mexicana al mismo tiempo. El Viernes Santo , desde hace 64 años, un guardia romano toca tres veces la puerta del Templo del Carmen. Al abrirse, deja salir cruces, sahumerios, farolas con velas llevadas en alto por fieles devotos que arrastran cadenas, ataviados de túnicas del color de su cofradía y capirotes (gorros puntiagudos en forma de cucurucho que también les cubren la cara para conservar el anonimato). Todos guardan silencio. Los llamados “costaleros ” cargan pesadísimas andas (tableros sostenidos por dos barras horizontales paralelas para cargar a los santos). Participan mujeres vestidas de luto, con rebozo de seda, también del color de su cofradía. Niñas y jovencitas visten de blanco y llevan la cara y la cabeza cubiertas. Hay otras damas de negro, pero ataviadas con peineta y mantilla española, mientras que los jinetes van trajeados a la usanza del siglo XVI. Dolorosos cantes al estilo de la Semana Santa sevillana se apoderan de las calles semioscuras.
Ciudad de Oaxaca
Desde hace 32 años se llevan a cabo en la Bella Antequera procesiones llenas de tradición. El Viernes Santo por la tarde es maravilloso: miles de velas y cirios se unen a la iluminación escénica de la ciudad para alumbrar antiguos y suntuosos estandartes-relicarios que, como joyas inmensas, se van colocando a los lados para formar una valla por la que pasa la Virgen Dolorosa que viene al lado del Cristo yacente. Le siguen valiosas cruces en andas, matracas dolientes, bandas típicas tocando una música melancólica, lastimera y fúnebre, mientras los devotos cantan. Las imágenes sacras de herencia colonial están ricamente vestidas, cargadas por embozados. El olor a copal invade el espacio. Es notoria la participación de las mujeres encapuchadas con sus trajes regionales cargando a sus vírgenes. Los hombres con indumentaria indígena sostienen en andas los conmovedores cristos de incomparable arte mestizo.
Tlayacapan, Morelos
Rodeado por montañas, este Pueblo Mágico es cuna del chinelo (un alegre danzante que nació para burlarse de los españoles en tiempos del carnaval), de la banda de viento más antigua (147 años) y artífice de una bellísima alfarería de barro. Durante el Viernes Santo la procesión del Santo Entierro se ilumina con farolas, velas y cirios; la banda de Brígido Santa María toca sones y marchas de su inspiración; hermandades y barrios escoltan las imágenes religiosas rescatadas de sus antiguas parroquias y del bello Exconvento de San Juan Bautista –que fue
declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco–, todos ellos seriamente afectados por el sismo del 19 de septiembre de 2017. Se hacen presentes los chinelos, con su flauta náhuatl y su tambor, y las mujeres perfuman la atmósfera con sus cruces de pericón e incensarios de copal.
Foto: Archivo El Universal