Hace algunos días, un grupo de viajeros que exploraban las Islas Galápagos atestiguaron una escena única e irrepetible: el Arco de Darwin, uno de los escenarios icónicos del archipiélago, se derrumbó ante sus ojos.
Aunque no deja de ser una noticia triste por tratarse de un atractivo conocido internacionalmente por su belleza, para nada es la primera vez que algo así ocurre, mucho menos en épocas recientes. Por razones naturales o por acción del hombre, nuestro mundo se encuentra en constante cambio.
Aquí te contamos el caso del arco y de otras maravillas naturales que ya desaparecieron.
La caída del Arco de Darwin
Se trataba de un arco rocoso que alcanzaba 18 metros de altura y emergía a un kilómetro de la Isla Darwin, al norte del archipiélago. Este punto es considerado uno de los mejores lugares para bucear en el mundo, por la posibilidad de encontrarse con tiburones ballena y tiburones martillo.
Tanto la isla como el arco fueron nombrados en honor a Charles Darwin, cuyas observaciones durante un viaje a Galápagos en 1835 serían una inspiración para sus teorías en “El origen de las especies”, años después.
Fue el 17 de mayo, poco después de las 11 de la mañana, que los pasajeros del bote Galapagos Aggressor III vieron la caída del arco. Según el Ministerio del Ambiente y Agua de Ecuador (país al que pertenece el archipiélago), el colapso fue un suceso totalmente natural, consecuencia de la erosión.
Foto: Patricia Martí Puig. FCD
Ahora solo quedan los dos pilares de roca que formaron parte del arco. La industria turística local ya los llama “Los pilares de la evolución”, según contó Agressor Adventures, la empresa de buceo que se encontraba operando en el momento del colapso, en su página de Facebook.
Cabe recordar que las Islas Galápagos, localizadas a mil kilómetros del continente, fueron el primer Patrimonio de la Humanidad designado por la Unesco en todo el mundo. Es hogar de muchos animales que no pueden encontrarse en otro lugar, como una especie de tortuga gigante o la iguana marina, y se le considera un “museo viviente de la evolución”.
Consiste de 13 islas principales y más de 120 islotes rocosos, además de 133 mil kilómetros cuadrados de reserva marina, afirma la organización Galapagos Conservation Trust.
Foto: Héctor Barrera/Ministerio del Ambiente y Agua de Ecuador/AFP
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Ventana Azul de Malta
Este es un caso parecido al de Galápagos, pero es posible que aquí sí haya intervenido la acción humana. La Ventana Azul era un gran arco de roca anclado a la costa, en la isla de Gozo, Malta. Alcanzaba aproximadamente 28 metros de altura y su “techo” casi plano formaba una especie de puente.
Si bien ya se trataba de un atractivo turístico icónico en Malta, alcanzó un mayor apogeo tras aparecer en el primer episodio de la serie Game of Thrones, como escenario de la boda entre “Khal Drogo” y “Daenerys Targaryen”.
Foto: Unsplash. Ben Jessop
Desde 2013 se sabía que la erosión en este lugar era inevitable, aunque no se encontraba en peligro inminente, reportó el diario Times of Malta.
Sin embargo, poco antes del colapso se habían colocado letreros e implementado una multa para impedir que los turistas caminaran sobre el arco, algo que frecuentemente era ignorado, de acuerdo con la BBC. Incluso, algunas personas aprovechaban para saltar al mar desde la cima de la Ventana Azul.
Finalmente, el arco se cayó durante una fuerte tormenta, una mañana de marzo en 2017. “Había un mar embravecido debajo de la Ventana. De repente, el arco se derrumbó en el mar con un fuerte zumbido, arrojando una enorme lluvia. Para cuando el rocío se había desvanecido, el pilar también lo había hecho”, le contó un habitante de Gozo, Roger Chessell, a Times of Malta.
En 2018, un arquitecto ruso propuso replicar el arco con una estructura de acero, que en su interior aloje un museo de historia. No obstante, no se ha sabido más sobre el tema.
Foto: AP/Christian Mangion
Saltos del Guairá
Este es probablemente el caso más triste de nuestra lista, pues se trata de una maravilla natural desaparecida de manera artificial y de la cual no se conservan demasiadas imágenes. Saltos del Guairá era el conjunto de cataratas más grandes por volumen en el mundo, hasta 1982.
Eran 18 cascadas, todas con más de 30 metros de altura; entre ellas destacaban siete (el otro nombre del sitio era Siete Cataratas). Se encontraban en el departamento de Canindeyú, en Paraguay, a solo seis kilómetros de la frontera con Brasil. Eran formadas en el río Paraná, en una sección de estrechísimos cañones.
Bajo las cataratas se precipitaba, según se calcula, el doble de volumen de agua que en Niágara, de acuerdo con el sitio web Howstuffworks. Su estruendo podía escucharse al menos 32 kilómetros a la distancia. En ciertos ángulos era posible apreciar un arcoiris perpetuo, gracias a la brisa que se esparcía.
Las cataratas fueron inundadas durante la construcción de la gigantesca presa Itaipú, el proyecto hidroeléctrico más grande del mundo, según un artículo de la Universidad de Strathclyde (Escocia). Bastaron dos semanas para que la maravilla natural desapareciera.
Lo peor de todo es que, aunque la presa ya no existiera, las cataratas no regresarían: las condiciones geológicas que las producían ya no existen.
Foto: Wikimedia Commons. Senado Federal do Brasil
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Árbol de Teneré
Por aproximadamente 300 años, este fue el árbol más aislado del mundo. Y su legado pudo continuar, si no hubiera sido por un conductor ebrio que se estrelló contra él.
Ubicado en Níger, el Árbol de Teneré era el único en un espacio de 402 kilómetros, de acuerdo con el sitio web Treehugger. Literalmente, se trataba de una solitaria acacia en pleno Desierto del Sahara. Para poder sobrevivir, sus raíces ya se extendían a más de 31 metros bajo tierra, para alcanzar un depósito de agua. Era un testimonio invaluable de que esta región alguna vez tuvo vegetación.
Foto: Wikimedia Commons. Michel Mazeau
El árbol se hizo famoso a finales de los años treinta, tras aparecer en mapas militares trazados en Europa y ser usado como punto de referencia.
Su historia terminó cuando, en 1973, un hombre de origen libio chocó su camión contra el árbol. Sin embargo, los restos de la acacia se conservan en el interior del Museo Nacional de Níger. En su locación original se colocó una escultura de metal.
Foto: Wikimedia Commons. Felix Krohn
Terrazas Rosas y Blancas
Fotografías muy antiguas y algunas postales es lo único que se conserva de las Terrazas Rosas y Blancas, la primera gran atracción turística de Nueva Zelanda, que atrajo a viajeros de distintas partes del mundo durante el siglo XIX.
Era un conjunto de pozas naturales formadas por sílice, además de agua que provenía de géiseres y caía en forma de pequeñas cascadas. Como su nombre sugiere, las terrazas más grandes alcanzaban un tono blanco y las pequeñas eran de color rosa. En estas últimas la gente entraba a nadar; el agua tenía consistencia sedosa debido a los minerales y parecía dejar más suave la piel.
Foto: New Zealand Tourism
Muchos turistas las visitaban, aunque tras llegar al pueblo más cercano, Rotorua, era necesario viajar a caballo y después dos horas en canoa.
Lamentablemente, las terrazas desaparecieron durante una terrible erupción del Monte Tarawera en 1886, la cual también enterró la villa cercana de Te Wairoa y causó la muerte de 150 personas. La maravilla natural quedó debajo de una capa de sedimentos con al menos 50 metros de grosor.
Pero no todo es malo. En la actualidad existe un escenario muy parecido, pero más pequeño, en las Terrazas de Wairakei. Se encuentran a 90 kilómetros al sur de donde se encontraban las terrazas originales. Inicialmente fueron creadas por el hombre, pero la naturaleza ha comenzado a intervenir la zona y darle forma.