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Cada Día de Muertos, México honra la vida y la muerte a través de tradiciones que conectan lo terrenal con lo espiritual.
Entre los símbolos más antiguos y poderosos de esta celebración destaca el xoloitzcuintle, el perro sagrado que, según las creencias mexicas, guía las almas hacia el Mictlán.
Este año, la Ciudad de México rinde homenaje a esta figura ancestral con un evento especial que celebra su historia, su papel mítico y su vínculo eterno con las raíces culturales del país.

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¿De qué tratará la Caminata al Mictlán en CDMX?
El próximo 2 de noviembre, justo en el Día de Muertos, se celebrará la Caminata al Mictlán, un evento que reunirá a decenas de personas y sus xoloitzcuintles para recorrer el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Organizada por la Autoridad del Centro Histórico y el Club Canófilo Mexicano del Xoloitzcuintle, la caminata iniciará frente a la Torre Latinoamericana y concluirá en la Plaza Seminario, siguiendo la icónica calle Madero.
La actividad comenzará al mediodía, y quienes deseen participar deberán registrarse previamente en línea.
Aunque el evento rinde tributo a los xolos, también pueden participar otras razas, siempre que los perros porten correa o pechera.

Al finalizar el recorrido, habrá dos charlas dedicadas al papel del xoloitzcuintle en la historia y la cultura mexicana: “El xoloitzcuintle en los antiguos amoxtlis” y “Del rescate del xoloitzcuintle a la actualidad, ¿qué queda?”.
¿Cuál es el significado del Xoloitzcuintle en la cultura mexicana?
Desde tiempos prehispánicos, el xoloitzcuintle ha ocupado un lugar sagrado en la cultura mesoamericana.
De acuerdo con el investigador Raúl Valadez Azúa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, los hallazgos más antiguos datan del siglo VII, y se asocian a contextos funerarios y ceremoniales.
Se creía que esta raza sin pelo, cuyo nombre proviene de los vocablos náhuatl 'xólotl' (monstruo o dios) e itzcuintli (perro), eran los guardianes y guías de las almas humanas hacia el Mictlán, el inframundo mexica.
Además de su función espiritual, los xolos representaban el equilibrio entre la vida y la muerte, pues su papel simbólico se relacionaba con los ciclos naturales: aquello que moría y se descomponía era transformado por la tierra en nueva vida.

Su distintiva apariencia, producto de una mutación genética que impide el crecimiento de pelo y afecta el desarrollo dental, los convirtió en una raza única, reconocida hoy como un símbolo nacional y espiritual de México.
¿Qué es El Mictlán?
En la cosmología mexica, el Mictlán era el reino de los muertos, gobernado por las deidades Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl (masculina y femenida, respectivamente), y el destino final de quienes morían de manera natural.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Histora (INAH), las almas debían recorrer nueve niveles o etapas para alcanzar el descanso eterno, una travesía que simbolizaba el proceso de descomposición y renacimiento.
Este viaje, que podía durar hasta cuatro años, culmina en el Chicunamictlán, el noveno nivel, donde el alma finalmente encuentra la paz.
A diferencia del infierno cristiano, el Mictlán no representaba castigo, sino transcendencia y reintegración con la energía cósmica.
En ese recorrido, los xoloitzcuintles eran los guías indispensables. Según la leyenda mexica, el alma debía cruzar el río Chiconahuapan, y solo un perro de color café podía ayudarla a llegar al otro lado.
Por eso, muchos difuntos eran enterrados junto a un xolo, su fiel compañero hacia el más allá.

En el siglo XX, la raza del xoloitzcuintle estuvo al borde de la extinción, pero gracias al trabajo de la Federación Canófila Mexicana (FCM) y de criadores especializados, fue rescatada y protegida.
En 2016, el Gobierno de la Ciudad de México declaró oficialmente al xoloitzcuintle como Patrimonio Cultural Intangible de la capital.
Hoy, asociaciones y criaderos como Xolos Tarango continúan promoviendo su conservación y crianza ética, mientras que eventos como la Caminata al Mictlán mantienen viva la conexión espiritual y cultural entre los mexicanos y este noble animal.
Más que una raza o una figura decorativa del Día de Muertos, el xoloitzcuintle es una metáfora del tránsito entre mundos: la vida, la muerte y la renovación.
En cada paso de la Caminata al Mictlán, se celebra no solo al perro ancestral, sino también la memoria colectiva de un México que sigue reconociendo en sus tradiciones el valor de lo sagrado, lo terrenal y lo eterno.
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