Fuerza Guerrera se despedirá este fin de semana de la lucha libre cerrando una carrera construida con sudor, entrega y un carácter forjado en el corazón del barrio.
Nacido en la colonia Candelaria de Los Patos y criado en la zona de La Merced de la Ciudad de México, este luchador atribuye parte de su éxito a la dureza y la actitud que le enseñó la vida en las calles.
“El barrio es el barrio, ahí creces porque creces, ahí no existe el bullying, ahí existe el tú por tú y sabemos todos que te tienes que defender. Creces con esa energía, con esa actitud de no dejarte y yo creo que sí, el barrio me forjó. ¿De dónde vienen los campeones? Del barrio, porque ahí sabemos empezar desde abajo, aguantar y no sufrir. A mí me forjó el barrio, me hizo duro”, afirmó.
Con una estatura apenas por debajo de 1.70 metros, a este gladiador rudo le tocó enfrentarse a titanes de la talla de Salomón Grundy, Black Magic, Halcón Ortiz, El Vampiro o el Gigante Silva: “Un Halcón Ortiz pesaba más de 100 kilos; un Nazi, de 100 kilos también; Salomón Grundy, que pesaba más de 120 kg; El Vampiro, el Gigante Silva… imagínate. Siempre he sufrido mi falta de tamaño, a lo mejor musculatura, pero lo complementé con mucho corazón, inteligencia y sabiduría”, explicó.
Destacó la importancia de sus maestros, quienes le enseñaron los fundamentos y los secretos del pancracio. “Me enseñaron desde gatear, me enseñaron muy bien; eso me dio la facultad de tener la técnica para defenderme de cualquiera”, aseguró.