Robert Prosinecki, ícono del futbol balcánico, tuvo un sinfín de momentos increíbles que lo convirtieron en referente de su país.
Con un paso por el Real Madrid, el talentoso zurdo recordó esa etapa de su vida, en la que —pese a tener todos los reflectores— su mente se encontraba únicamente centrada en el bienestar de su familia.
La razón es que observó por televisión la desintegración de la entonces Yugoslavia y el estallido de una guerra que lo obligó a dividir su atención entre los entrenamientos y la angustia por sus seres queridos atrapados en el conflicto.
“Había una guerra muy fea, eso nunca se olvidará. Yo estaba en el Real Madrid y mi familia se quedó en Zagreb. Mis padres no querían irse a España. Siempre estaba pendiente de ellos y preocupado de que atendieran el teléfono. Nunca olvidaré los edificios en ruinas y las casas bombardeadas que quedaron”, comentó, en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes.
Robert, quien actualmente es entrenador de la selección de Montenegro, añadió que en esa época se consideraba nula la opinión de los deportistas, quienes también querían alzar la voz.
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“Estuve en Serbia y también me tocó ver cosas difíciles. No fue fácil para mí, ni para nadie. Se cree que, por ser deportista, no tienes nada que decir sobre lo que ocurrió, pero teníamos amigos en cada lado. Mucha gente murió”, lamentó.
Prosinecki, quien fue campeón del Mundial Sub-20 con Yugoslavia en Chile 1987 y años más tarde defendió los colores de Croacia, hizo una reflexión, alabando la fortaleza de su gente en el conflicto.